Powered By Blogger

lunes, 30 de abril de 2012

LA NOCHE DE WALPURGIS

Es la noche del 30 de Abril cuando cuentan las leyendas que se celebra uno de los sabbat o reuniones de brujas más importantes. Es la espeluznante noche de Walpurgis que Goethe, el insigne escritor alemán, nos relata con todo lujo de detalle en su "Fausto", una de sus obras más destacadas.



Cuenta la tradición medieval europea, que el lugar de reunión más importante de toda la Europa antigua fue Brocken, el pico más alto de las montañas Harz, en Alemania, donde transcurre la escena del Sabbat tan impresionantemente descrita en el Fausto de Goethe.

De acuerdo con la mayoría de los expertos, los brujos europeos de la época medieval en adelante estaban organizados en grupos o aquelarres de doce miembros, la mayor parte de ellos, pero no exclusivamente, formados por mujeres, y por un líder, generalmente, masculino. Este líder estaba considerado como vicario del diablo y muchos de sus fieles más ingenuos le trataban como si fuera el mismo diablo.


Tradicionalmente se le representaba vestido de negro o con disfraz de macho cabrío, ciervo u otros animales con cuernos. El grupo se reunía una o dos veces por semana en lo que generalmente constituía una reunión local. En estas reuniones las brujas llevaban a cabo supuestamente ritos de culto al demonio, informaban de sus actividades y hacían planes para la próxima semana. Otras reuniones regionales, llamadas Sabbats -seguramente como un acto provocativo hacia el sabbat judío-cristiano-, se reunían probablemente a centenares, a veces miles de alegres asistentes, incluyendo los brujos y sus neófitos. Una de las celebraciones más importantes se llevaba a cabo llegada la noche del 30 de Abril, la noche de Walpurgis.

domingo, 29 de abril de 2012

LUZ DEL DOMINGO LIX



UN VARÓN, EHUD, Y DOS MUJERES, YAEL Y JUDIT, PROTOTIPOS BÍBLICOS DEL ASESINATO SELECTIVO PERPETRADO A TRAICIÓN Y CON LA AYUDA DE DIOS

El relato de la hazaña del benjaminita Ehud, o Aod, apuñalando en el vientre a Eglón, rey de Moab, cuando se había ganado su total confianza, se lo debemos al Libro de Jueces:
Los israelitas estuvieron sometidos a Eglón, rey de Moab, durante dieciocho años. Los israelitas clamaron entonces a Yavé, y Yavé hizo que les surgiera un salvador, Ehud, hijo de Guera, un hombre de Benjamín que era zurdo. Los israelitas le encargaron que llevara el tributo a Eglón, rey de Moab.
Ehud se hizo un puñal de doble filo, y de hoja corta, que se puso bajo su ropa pegado a su muslo derecho. Luego fue a ofrecer el tributo a Eglón, rey de Moab (Eglón era un hombre muy gordo) [el comentario bíblico es, a todas luces, despectivo]. De regreso, cuando estaban en los idolos de Guilgal, Ehud ordenó que se fuera a la gente que había venido con él para presentar el tributo.
Él hizo el camino de vuelta y dijo: «¡Oh, rey! Tengo para ti un mensaje secreto». El rey respondió: «¡Silencio!». Y todos los que estaban a su alrededor se retiraron. Entonces Ehud se acercó a él, mientras estaba sentado en la pieza alta, tomando el fresco en sus departamentos privados. Ehud dijo: «Es un mensaje de Dios que tengo para ti». Entonces el rey se levantó de su silla. Ehud extendió su mano izquierda, agarró el puñal que tenía sobre su muslo derecho y se lo hundió en el vientre. El puño entró junto con la hoja y la grasa se cerró por encima de la hoja, pues no se la sacó del vientre, y salieron los excrementos [¡otra inspirada y educativa imagen bíblica surgida de la palabra de Dios!].
Ehud escapó por detrás, cerró tras él las puertas de la pieza superior y le echó el cerrojo. Después que salió, llegaron los sirvientes, y al ver con cerrojo la puerta de la pieza superior, se dijeron: «Sin duda que está haciendo sus necesidades en sus departamentos privados» [en estos versículos, a la inspiración divina le dio por la escatología, pero por la culinaria, no por la neotestamentaria]. Esperaron tanto que tuvieron vergüenza, pero las puertas de la pieza superior no se abrían. Entonces tomaron la llave y abrieron: ¡su patrón yacía por tierra, muerto!
Mientras ellos aguardaban, Ehud se había puesto a resguardo. Pasó por los idolos y se puso a salvo en Ha-Seira. Apenas llegó, tocó el cuerno en la montaña de Efraín y los israelitas bajaron de la montaña siguiéndole. Les dijo: «Síganme porque Yavé ha puesto a sus enemigos, los moabitas, en nuestras manos». Todos bajaron tras él, cortaron los vados del Jordán en dirección a Moab y no dejaron escapar a ningún hombre. En aquella ocasión derrotaron a diez mil hombres de Moab, todos robustos y entrenados: no escapó ni uno solo (Jue 3,14-29).
No deja de ser curioso que, como sucede en muchísimas otras historias bíblicas, cuando se asesina a un rey, o al general de su ejército, enemigo de los hebreos, el ejército decapitado se merma hasta la nada y los israelitas se crecen sin más, masacrando sin límite a miles y miles... aunque unos versículos antes las fuerzas estuviesen justo al revés. Cosas de Dios, claro está.
La palabra de Dios evidencia aquí su enseñanza: mentir y hasta usar con falsedad el nombre de Dios para traicionar y asesinar al enemigo es lícito y cosa de héroes.
También en el Libro de Jueces se relata la historia de Yael, la mujer de un herrero a cuya tienda llegó Sísara —jefe del ejército de la coalición cananea dirigida por el rey Yabín (o Javín)—, tras ser derrotado, pidiendo agua y hospitalidad, sin sospechar que la mano de Yael, que debía ser amiga, le traicionaría y mataría de forma insultante para un general como él.
Débora [profetisa y jueza de Israel] dijo entonces a Barac [jefe militar israelita]: «Ha llegado el momento, hoy mismo Yavé pondrá a Sísera [Sísara] en tus manos. ¿No marcha Yavé delante de ti?». Barac bajó del monte Tabor seguido de sus diez mil hombres, y Yavé hizo que derrotara a Sísera, a todos sus carros y todo su ejército; el mismo Sísera se bajó de su carro y huyó a pie. Barac salió en persecución de los carros y del ejército hasta Haroset-haGoyim, y todo el ejército de Sísera cayó bajo el filo de la espada; nadie escapó.
Sísera había huido a pie hasta la tienda de Yael, mujer de Jeber el quenita [un herrero nómada], porque reinaba la paz entre Yabín, rey de Hasor, y Jeber el quenita. Yael salió al encuentro de Sísera y le dijo: «¡Ven para acá, señor. Ven para acá, no tengas miedo!». Fue donde ella, entró en su tienda y ella lo tapó con una manta.
Él le dijo: «Dame un poco de agua para beber porque tengo sed». Ella tomó un tiesto con leche y le dio de beber, luego lo volvió a tapar. Él le dijo: «Quédate a la entrada de la tienda, y si alguien te pregunta si hay aquí alguna persona, respóndele que nadie».
Pero Yael, mujer de Jeber, tomó una de las estacas de la tienda junto con un martillo, y acercándose suavemente por detrás de él le enterró la estaca en la sien con tal fuerza que se clavó en la tierra. Él dormía profundamente porque estaba muy cansado, y así fue como murió.
Cuando llegó Barac persiguiendo a Sísera, Yael salió a su encuentro y le dijo: «Entra, que te voy a mostrar al hombre que buscas». Entró y vio a Sísera muerto, tendido en el suelo con la estaca en la sien. Ese día Dios humilló a Yabín, rey de Canaán [puesto que una mujer —que era, además, esposa de un aliado suyo—asesinó al jefe de su ejército de forma vergonzosa], ante los israelitas (Jue 4,14-23).
En el llamado Canto de Débora —una de las piezas más antiguas de la literatura hebrea, compuesta, hacia la segunda mitad del siglo XII a. C., a modo de himno a Yavé vencedor—, la propia Débora, un caso atípico de mujer que llegó a ser jueza de Israel —y que algunos explican a causa de su «fervor religioso», es decir, de su fanatismo—, y el general Barac, loaron la traición y asesinato brutal cometido por Yael:
¡Bendita sea Yael, la mujer de Jeber el quenita, bendita sea entre las mujeres! Bendita sea entre las mujeres que viven en tiendas. Él pidió agua, ella le dio leche; le ofreció leche cremosa en su mejor copa. Con una mano toma la estaca, y con su derecha el martillo del obrero. Golpea a Sísera y le rompe la cabeza, le rompe y traspasa su sien. Se desploma a sus pies, cae, está allí tendido. Cayó a sus pies, allí donde se desplomó está muerto (...) ¡Oh, Yavé, que así perezcan tus enemigos! Y da a los que te aman el resplandor del sol (Jue 5,24-31).
La palabra de Dios evidencia aquí su enseñanza: traicionar la sagrada regla de la hospitalidad y asesinar con brutalidad se merecen la bendición de Dios y la de su pueblo.
El caso de Judit y de su celebrada decapitación del general babilonio Holofernes se relata en el libro bíblico que lleva el nombre de la heroína. En medio de un relato plagado de errores históricos y geográficos —escrito en el siglo II a. c.—, cuando Holofernes tenía sitiada sin remedio a la ciudad de Betulia, apareció la hermosa viuda Judit dispuesta a salvar a su pueblo a cualquier precio. La heroína comenzó por cambiar su semblante de mustia viuda por otro de Mata Hari sexy, presta tanto a la traición como a la cópula; y de esta guisa se fue, con su sirvienta, hasta el campamento enemigo para ofrecerse a Holofernes.
[Judit] Se quitó el saco [sayal] que vestía y, después de bañada, cambió sus vestidos de viuda por los de fiesta, que usaba cuando vivía su esposo Manasés; se echó perfumes, se peinó y se adornó la cabeza con una cinta; se calzó las sandalias, se puso collares, brazaletes, anillos, aros y todas sus joyas. Se arregló lo mejor que pudo con el fin de atraer las miradas de todos los que la vieran (Jdt 10,3-4).
Ambas [Judit y criada] caminaban rápidamente por el valle, cuando les salieron al encuentro centinelas asirios [serían babilonios], quienes detuvieron a Judit y le preguntaron: «¿Quién eres? ¿De dónde vienes y adónde vas?». Ella respondió: «Soy hija de hebreos y huyo de ellos porque están a punto de ser devorados por ustedes. Voy a presentarme a Holofernes, jefe del ejército de ustedes, para hablarle con sinceridad y mostrarle el camino para apoderarse de toda la montaña sin que ninguno de sus hombres sufra daño o pierda su vida» (Jdt 10,11-13) [aquí la aparente traición de Judit a los suyos no es un hecho, como en casos similares ya vistos, sino un ardid, un medio para acercarse al general que quiere asesinar].
[Holofernes] La invitó a pasar donde tenía sus cubiertos de plata y mandó que le sirvieran de sus manjares y su vino. Pero Judit le dijo: «No debo comer esto para no caer en falta; basta con lo que traje». Holofernes replicó: «Cuando se te acaben las cosas que tienes, ¿de dónde sacaremos otras iguales, si entre nosotros no hay nadie de los tuyos?». Judit respondió: «No te preocupes, porque antes que consuma lo que traje, el Señor cumplirá, por mi mano, sus designios».
Los ayudantes la llevaron a su tienda, donde durmió hasta medianoche. Luego se levantó para salir a orar, pues había pedido a Holofernes que ordenara a sus guardias que la dejaran salir. Judit permaneció tres días en el campamento, y cada noche iba al valle de Betulia y se lavaba en la fuente donde estaban los guardias. A su regreso, rogaba al Dios de Israel que encaminara sus pasos para alegría de todo su pueblo. Ya purificada, volvía a su tienda para la comida.
Al cuarto día, Holofernes dio un banquete al que invitó solamente a sus oficiales, excluyendo a los que estaban de servicio. Dijo a Bagoas, su mayordomo: «Convence a esa mujer hebrea que está en tu casa que venga a comer y beber en nuestra compañía. Sería una vergüenza para nosotros dejar que se fuera una mujer así sin haber tenido relaciones con ella. Si no logramos convencerla, se reirá harto de nosotros».
Bagoas salió, pues, de la carpa de Holofernes y entró en la de Judit. Le dijo: «No te niegues, bella joven, a venir donde mi señor para que te honre y bebas con nosotros alegremente. Hoy mismo llegarás a ser como una de las asirías [babilonias] que viven en el palacio de Nabucodonosor» [se refiere a las concubinas del más famoso rey babilonio].
Respondió Judit: «¿Quién soy yo para oponerme a mi señor? Todo lo que agrade a sus ojos lo haré con gusto, y eso será para mí motivo de alegría hasta el día de mi muerte». Se levantó, se adornó con sus vestidos y todos sus adornos de mujer (...) Entró Judit y se instaló. El corazón de Holofernes quedó cautivado y su espíritu perturbado. Era presa de un deseo intenso de poseerla, porque desde el día en que la vio atisbaba el momento favorable para seducirla [obsérvese cuán educado era el general, que pudiendo violarla sin problemas, tal como hacían en la época hasta los cabos cuarteleros, aguardó cuatro largos días y aspiraba a seducirla mediante cháchara y copeo]. Le dijo, pues: «Bebe y participa de nuestra alegría».
Judit respondió: «Bebo gustosa, señor, porque desde que nací jamás me sentí tan feliz como hoy». Tomó lo que su sirvienta le había preparado y comió y bebió ante él. Holofernes estaba bajo su encanto, por eso bebió tal cantidad de vino como jamás en su vida había tomado (Jdt 12,1-20) [la muy devota Judit —así la pintan— no era del mismo oficio que la ya citada y también traidora Rahab, aunque sin duda Dios la dotó con el dominio de artes similares para ejercer la felonía, en bien de Israel, naturalmente].
Cuando se hizo tarde, sus oficiales se apuraron en irse. Bagoas cerró la carpa por fuera, después de haber despedido del lado de su amo a los que permanecían todavía. Todos fueron a acostarse, fatigados por el exceso en la bebida. Judit fue dejada sola en la tienda con Holofernes, hundido en su cama y ahogado en vino.
Entonces Judit dijo a su sirvienta que permaneciera fuera, cerca del dormitorio, y que esperara su salida, como ella lo hacía diariamente. Además había tenido la precaución de decir que saldría para hacer su oración, y había hablado en el mismo sentido con Bagoas.
Todos se habían ido de la carpa de Holofernes, y nadie, grande o pequeño, se había quedado en el dormitorio. Judit, de pie al lado de la cama, dijo interiormente: «Señor, Dios de toda fortaleza, favorece en esta hora lo que voy a hacer para gloria de Jerusalén. Este es el momento para que salves a tu pueblo. Da éxito a mis planes para aplastar a los enemigos que se han levantado en contra nuestra».
Avanzó entonces hacia la cabecera de la cama, de donde colgaba la espada de Holofernes, la desenvainó y después, acercándose al lecho, tomó al hombre por la cabellera y dijo: «Señor, Dios de Israel, dame fuerzas en este momento». Lo golpeó dos veces en el cuello, con todas sus fuerzas, y le cortó la cabeza. Después hizo rodar el cuerpo lejos del lecho y arrancó las cortinas de las columnas. En seguida salió y entregó la cabeza de Holofernes a su sirvienta, que la puso en la bolsa en que guardaba sus alimentos, y las dos salieron del campamento como tenían costumbre para ir a rezar. Una vez que atravesaron el campamento, rodearon la quebrada, subieron la pendiente de Betulia y llegaron a sus puertas.
De lejos, Judit gritó a los guardias de las puertas: «Abran, abran la puerta. El Señor, nuestro Dios, está con nosotros para hacer maravillas en Israel y desplegar su fuerza contra nuestros enemigos, como lo ha hecho hoy». Los hombres de la ciudad, al oír su voz, se apuraron en bajar hasta la puerta de la ciudad y llamaron a los ancianos (...)
Con fuerte voz, Judit les dijo: «¡Alaben a Dios! ¡Alábenlo! ¡Alábenlo, porque no ha apartado su bondad del pueblo de Israel! ¡Esta noche, por mi mano, ha aplastado a nuestros enemigos!». Entonces sacó de la bolsa la cabeza de Holofernes y la mostró: «Aquí tienen la cabeza de Holofernes, general en jefe del ejército asirio [más bien babilonio], y éstas son las cortinas de su cama. El Señor lo mató por la mano de una mujer. ¡Viva el Señor, que me protegió en mi empresa! Mi cara no encantó a ese hombre sino para perderlo, ya que no pecó conmigo; no me manchó ni me deshonró» [toda una suerte si tenemos en cuenta que su colega de oficio, la holandesa Mata Hari (Margaretha Geertruida Zelle), tuvo que entregarse mucho más y logró bastante menos; pero eran otros tiempos, claro está].
Presa de un indecible entusiasmo, todo el pueblo se postró para adorar a Dios y gritó a una sola voz: «Bendito seas, Dios nuestro, tú que en este día aniquilaste a los enemigos de tu pueblo». Ozías [rey y santo varón que gozó del favor divino], por su parte, dijo a Judit: «Hija mía, que Dios Altísimo te bendiga más que a todas las mujeres de la tierra. ¡Y bendito sea el Señor Dios, Creador del cielo y de la tierra, que te condujo para que cortaras la cabeza del jefe de nuestros enemigos!» (Jdt 13,1-18).
La palabra de Dios evidencia aquí su enseñanza: asesinar con alevosía, cuando el plan homicida es guiado por la voluntad divina, es motivo de bendición y alborozo para todo devoto que se precie de tal.
Es bien conocida la frase que reza que Roma no paga a traidores, pero la Biblia demuestra, sin lugar a dudas, que Dios sí premia, y con creces, a quienes traicionan a su prójimo sin reparo ni limite ninguno. Pero hay todavía más...



viernes, 27 de abril de 2012

VIERNES CUCHILLERO: COMO OLVIDARTE

COMO OLVIDARTE: BAJO SUEÑOS




En mi soledad
Recuerdos que pienso olvidarlos
y que la nostalgia se acabe de mi piel


Uh como pienso en ti
OH ignoro cuando llore


Como olvidarte...como
Como olvidarte
Si el aroma de tu piel no se esfuma
Puedo pensar que lo nuestro
No se olvidara
y cenizas que el viento no lleva
Como debo olvidar el dolor

Pienso que fuiste la llama
En mi soledad
y pienso que debo olvidarte
Por que amarte demasiado me ignoraste


Uh como pienso en ti
OH ignoro cuando llore


domingo, 22 de abril de 2012

POR EL DÍA DE LA TIERRA

El tercer orbe vía al Sol tiene también su día, en el que tratamos de reaccionar y darnos cuenta de qué está pasando en esta nave que nos lleva alrededor del Universo a través del infinito. "Quién busque el infinito que cierre los ojos" Milan Kundera. Este es un día que se estableció para crear conciencia ambiental, para criticar el modelo, para decirle no al consumismo. "Estamos convirtiendo los recursos naturales en basura, mucho más de prisa de lo que la naturaleza puede reconvertir la basura en recursos naturales" Anónimo.



HAY QUE TOMAR CONCIENCIA: ES IMPOSIBLE UN CRECIMIENTO EXPONENCIAL INDEFINIBLE EN UN MEDIO AMBIENTE FINITO.

"La humanidad vive en dos mundos: la Biósfera y la Tecnósfera. mundos regidos por leyes distintas en guerra". Barry Commoner.

LINEALIDAD vs CICLICIDAD - TECNÓSFERA vs BIÓSFERA


"El hombre se a convertido en un ser primitivo con mucha información" Julian Marias.

El día de la Tierra es un día del dominio público, no está hecho en favor de ningún movimiento político o poder económico alguno. Es para recordar que este planeta, nuestro hogar, esta vivo, es dinámico y esta regido por leyes y ciclos. Pero nosotros los humanos, supuestamente los seres "dominantes e inteligentes" creemos poner controlar dichos ciclos naturales. Cuando en realidad los perturbamos, acelerándolos.

Nos hemos vuelto entidades pasivas, no hacemos nada o hacemos muy poco, vivimos bajo regímenes consumistas y nos vale harta mierda lo que le pase al planeta. Creemos que a la final a nosotros no nos va a pasar nada (denegación) "No miramos la realidad de frente". "Lo obvio debe ser enfatizado para que deje de ser olvidado". Anónimo. Como dijo Gabriel García Marquez "La costumbre nos somete, impidiéndonos; ver, percibir y sentir a los seres y objetos que nos rodean".

Al menos en este día recordamos todo lo que nos da vida, como el agua y tratamos de no hacer la vista a un lado como pensando: a mí qué me importa, total no he de vivir para cuando la Tierra se acabe (tal vez sí 2012 hermano 2   0   1   2).

Y es que el ritmo de vida que llevamos nos hace casi imposible no dañar el entorno (consumismo y corto plazo), Se explotan yacimientos en decenas de años, y estos tardaron en formarse decenas de millones de años. En este mismo momento mientras lees este post desperdicias energía (desocupado ponte a hacer algo jeje), todo contamina en este planeta ( no me crees, dale click), en fin, para ser ecologista no es necesario ser tan Radical como Green Peace (no estoy criticando...solo digo que ellos son profesionales jajajajaja), ni tampoco hace falta ser hippie; que no coma cualquier cosa que haga sombra, que se bañe solo con agua calentada con sol y vaya al trabajo en un coche de madera con velas de viento jajajajaja.



Basta aportar con acciones tan simples que ayuden de una u otra forma a contaminar menos: menos energía con focos fluorescentes o led, usar funditas de tela, chucha botar la basura en los basureros porque normalmente los basureros dicen: sea culto no ensucie el bus (vote la basura por la ventana). daaaaaaaaa....

Evitar contaminar las fuentes de agua, porque al menos quienes no tenemos complejos industriales en nuestro poder no es que contaminemos como las vacas (http://plutoindolente.blogspot.com/2012/03/la-revolucion-de-las-vacas.html). Es simple, ser ecologista y no ecofascista, porque el desarrollo si se puede sostener sin tener que agotar los recursos de la Tierra, se llama eco-eficiencia y será motivo de otro post, "El planeta puede satisfacer todas las necesidades de la humanidad, pero no sus caprichos" Memo.

Pero siempre hay que recordar que hubo un día en que unos monitos que empezaron a pensar "creyeron que podían dominar la naturaleza", pero quizá ya muy tarde se están dando cuenta de que el equilibrio natural terminará por vencer y no creo que vayamos a ganar si no nos ponemos del lado de la Tierra; a diferencia de lo que pensaba Simon Bolivar "Si la naturaleza se opone a nuestros designios, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca". Absurdo.

Este planeta es ÚNICO, si no cuidamos lo que tenemos hay dos opciones: una es que se destruya y nos quedemos sin nuestro Edén, y la segunda es que la Pachamama se empute y diga hasta aquí cabrones, ustedes los humanos son un virus de mierda que consume y mata, ya no tienen esperanza, a la verga; hasta aquí llegaron... (2012).... naaaaaaaaa



Es necesario cambiar de modelo, hay que cambiar la forma de vivir. El capitalismo verde es una idiotez.

"El capitalismo puede sobrevivir a la crisis; pero el mundo NO podrá sobrevivir a otro regreso del capitalismo" Naomi Klein.

DONDE JUGARAN LOS NIÑOS: JUAN y PANCHO (el señor de la tierra)

ALGO DE MÚSICA ECOLOGISTA PARA AMENIZAR:  FELIZ DÍA DE LA TIERRA...







sábado, 21 de abril de 2012

Soledad


Seguro habrás sentido mas de una vez una  sensación helada recorriéndote el cuerpo que parece no venir de ningún lugar aparente y al mismo tiempo parece emanar de tus huesos esa que fluye al unísono con tu sangre; los mortales le llamados a ese cadavérico frío SOLEDAD!!

Esa que te llena cuando al momento final del día justo antes de dormir (si tienes la fortuna de poder dormir claro)y tu mente dice bueno ya pensamos en lo que hicimos hoy, en lo que haremos mañana y bueno mmm tu sabes mmm donde están los pensamientos para esa “persona” y el no tenerla te hace agachar la cabeza y somalís ríe bufonasticamente en el rincón más oscuro de tu ser.


Este asunto no es ningúna burla ninguna estupidez como las q ocasionalmente solemos publicar solo necesito decir que la soledad es una enfermedad moderna (mas bien siempre ha estado aquí solo que ahora se habla de ella) cuando era un crío no me gustaba admitirla frente a los demás naaa pero que carajos importa?? Eso no me hará mejor ni peor persona.

Resumiendo damas y caballeros yo como muchos de uds enfrento ese mal y no es fácil; batirse con un demonio de esa envergadura todos los días llega a cansarte y cuando dejas de batallar entonces aparece el concubino de la soledad el DOLOR.

Muchas de las personas que admiro (dylan, vegas, "niche" jaja, laiho, bukowski, etc)también sufren este puto mal si los grandes también lo han sentido entonces no eres un aislado con emociones extrañas; yo supongo que son vestigios de nuestra evolución y que el sacrificio que ahora hacemos servirá para que las generaciones del futuro no pasen por esto.(eso no me sirve para mierda ni me da consuelo porque no pienso transmitir mi sabia, pero eso es materia de otro texto)

No, no tengo soluciones aún no tengo respuestas suficientes para esa pregunta solo quiero hacerles saber que no están solos somos millones batallando a diario; no se si valga la pena, no se si la respuesta está en una tercera persona, talvez toda nuestra espera y dolor no servirá para mierda; a muchísimos vi morir esperando retoñar flores en su jardín!!!


Lastimosamente somos seres sociables la soledad exacerbada provoca entre otras cosas, migrañas, insomnio, depresión (enfermedades mentales muy variadas) y en casos extremos hasta esquizofrenia 


Pdta: sobra decir que si alguien tiene algúna especie de espada esmeralda para enfrentar a este demonio todos le agradeceremos su compartición

Traten de q sea una Nice Life

Baal 

viernes, 20 de abril de 2012

Viernes Cuchillero: All out of love

All out of love: Air Supply



I'm lying alone with my head on the phone
Thinking of you till it hurts
I know you're hurt too but what else can we do?
Tormented and torn apart
I wish I could carry your smile and my heart
For times when my life seems so low
It would make me believe what tomorrow could bring
When today doesn't really know, doesn't really know


I'm all out of love, I'm so lost without you
I know you were right believing for so long
I'm all out of love, what am I without you
I can't be too late to say that I was so wrong


I want you to come back and carry me home
Away from this long lonely nights
I'm reaching for you, are you feeling it too
Does the feeling seem oh so right
And what would you say if I called on you now
And said that I can't hold on
There's no easy way, it gets harder each day
Please love me or I'll be gone, I'll be gone


Oh, what are you thinking of?
What are you thinking of?
Oh, what are you thinking of?
What are you thinking of?

jueves, 19 de abril de 2012

EL CAPITÁN MEMO: EL REGRESO DE LOS ROBOTS Y GRAND PRIX EN MEDIAFIRE



El Capitán Memo (Memo Aguirre) para quienes no saben es un cantante y compositor chileno que es famoso por haber sido el que escribió y cantó en muchas de las canciones de los mejores dibujos animados de los años 80´s, o sea la época dorada de los dibujos, les hablo de temas que abrían series como: Heidi, EL Galáctico, El Festival de Los Robots, El Vengador, Lulú, Don Quijote, He-Man, Marco, Candy, Angel, etc...

Con las justas en mi niñez alcance a ver estos dibujos y por eso me traen muy buenos recuerdos de ella. En 2004 y 2005 Memo sacó unos discos donde podemos escuchar las mejores canciones de los openings y endings de las series que lo hicieron famoso, y ahora les comparto sus discos para ver si les agradan.



ABUELITO DIME TÚ: JUAN

EL REGRESO DE LOS ROBOTS 2004



Intro

Robots
El Vengador
Capitán Futuro Opening
Ángel Opening
Mujer Araña
El Galáctico
Siempre en el Bosque Opening
Don Quijote
Capitán Futuro Ending
El Gladiador
La pequeña Lulú
La Ballena Josefina
La máquina del tiempo Opening
Los 4 Fantásticos
He-Man


LINK: http://www.mediafire.com/?2oneztndykz

GRAND PRIX 2005


Intro
Grand Prix (anime) Opening
Flash Gordon
Espartaco 
Marco (cantada por Mónica Victoriano)
Súper héroes
Candy Candy (cantada por Salomé Anjari)
Ulises 
Heidi (cantada por Mónica Victoriano)
Supermagnetrón
Rey Arturo
Spiderman
Abeja Maya (cantada por Mónica Victoriano)
Grand Prix (anime) (Ending)
Bonus track Pipiripao (cantada por Hugo Mansi)




miércoles, 18 de abril de 2012

LA CAJA DE PANDORA




Cuando Prometeo osó robar el fuego que portaba el dios Sol en su carro, Zeus entró en estado de cólera y ordenó a los distintos dioses crear una mujer capaz de seducir a cualquier hombre. Hefesto la fabricó con arcilla y le proporcionó formas sugerentes, Atenea la vistió elegante y Hermes le concedió facilidad para seducir y manipular. Entonces Zeus la dotó de vida y la envió a casa de Prometeo.

Allí vivía el benefactor de los mortales junto a su hermano Epimeteo que, a pesar de estar advertido de que Zeus podría utilizar cualquier estrategia para vengarse, aceptó la llegada de Pandora y, enamorándose perdidamente de sus encantos, la tomó por esposa.

Pero Pandora traía algo consigo: una caja que contenía todos los males capaces de contaminar el mundo de desgracias y también todos los bienes. Uno de los bienes era la Esperanza, consuelo del que sufre, que también permanecía encerrada en aquella caja. Y es que, por aquel entonces, cuentan que la vida humana no conocía enfermedades, locuras, vicios o pobreza, aunque tampoco nobles sentimientos.

Pandora, víctima de su curiosidad, abrió un aciago día la caja y todos los males se escaparon por el mundo, asaltando a su antojo a los desdichados mortales. Cuentan que los bienes subieron al mismo Olimpo y allí quedaron junto a los dioses. Asustada, la muchacha cerró la caja de golpe quedando dentro la Esperanza, tan necesaria para superar precisamente los males que acosan al hombre.

Apresuradamente corrió Pandora hacia los hombres a consolarlos, hablándoles de la Esperanza, a la que siempre podrían acudir pues estaba a buen recaudo.





Cuentan que un día
Un titán robando el fuego
Hizo que Zeus
Creara una mujer
Que fué enviada
A los brazos de su hermano
Para casarse con él

Le fué entregada
Una caja por los dioses
Una caja que nunca debió abrir
De ella brotaron
Locuras y mil males
Que no pudieron destruir
Que no pudieron destruir

Abierta está
La caja de Pandora
Se le advirtió
Pero aún así ella la abrió
El mal dejó
Salir de allí Pandora
Y en su interior
Solo esperanza quedó

martes, 17 de abril de 2012

TERROR, HORROR, SUSPENSO, MIEDO Y ESTUPIDEZ


Las producciones de Terror del cine mundial se encargaron de asustar a un par de generaciones del mundo, en especial cuando yo era niño, ya que aparte estas películas tienen una calificación que dice: No apto para menores (como la porno), prohibición que me hacía tener más ganas de verlas (como la porno), en este largo andar de películas de terror, te enumero las que me han causado un ligero trauma en mi vida y han logrado que sea la maravillosa persona que soy ahora, y también son las películas que me han puesto a pensar en lo ridículas que son las de terror.
CHUCKY





Las películas 1, 2 y 3, las siguientes son una basura.
Este puto muñeco fue el culpable de muchas pesadillas cuando era un niño, creo que tenía 6 años cuando vi las películas y no podía dormir porque soñaba que me seguía ese muñeco diabólico, llegué a quemar un muñeco de trapo que se parecía al malnacido, y creo que fue lo más traumante en mi vida.
Pero cuando crecí no me podía dejar de sentir imbécil, ¿cómo chuchas se dejaban sacar la pugta de un muñeco de 60 centímetros? No podían darle una patada al infeliz, sobre que ni podía correr, un muñequito de plástico tan pequeño viéndole las huevas hasta a los militares (bueno eso no me sorprende), pinche muñeco de goma que deben ser pendejos para que algo como eso les gane. En fin, una de las estupideces del cine de terror.

IT (ESO el payaso)


Todas las sagas de este payaso en general no eran aterrorizantes, pero uno debía verlas para saber qué diablos era ese payaso, que al final resultó ser una araña que hipnotizaba a sus victimas haciéndolas ver un payaso con el fin de devorarlas.
What the fuck!!! Una araña payaso??? Es una de las razones por las que les temo a los payasos, no me dan confianza, me da miedo  que al acercarme le salgan otras 4 patas!!! Y aparte las arañas tampoco me gustan y hasta ahora no encuentro una araña que me haga reír!!!Debe ser una idea tan absurda y tan ridícula que por eso pegó en su época.

PESADILLA EN LA CALLE ELM – O EL LOCO FREDDY



Freddy Krueger fue quemado por los padres de la calle ELM debido a sus malas conductas, mientras moría juró vengarse de ellos atacando a sus hijos donde no podrían protegerlos, en sus sueños. Un argumento que me gusta, aunque he visto muchas películas de Freddy en realidad no son miedosas, sino que mas bien las veía porque me encantaba ver como Freddy asomaba cuando típico dos jóvenes estaban teniendo sexo, en los sueños nadie le ganaba aunque yo si le saque la pucta en uno de los míos, este tipo tenía sus garras para meterlas en tu barriga jaja

VIERNES 13- o JASON


Este era otro hijuepuctacortanotas, siempre asomaba cuando una pareja estaba culeando, agarrado su machete les separaba como a perros amarrados, lo peor de estas películas era que todos los pendejos que iban al lago donde Jason murió sabían que ahí estaba ese man, y sin embargo como giles iban a meterse ahí.
Jason era el amo de la teletransportación, porque eseman caminaba lentazo mientras los giles corrían y se iban hasta en auto, y cuando llegaban Jason estaba ahí pensando: ¿por qué tardaron tanto? Y tas tu machetazo.
Jason no moría, se fue incluso al espacio. Este era el tipo ejemplar de Si mi mamá Supiera.

LEPRECHAUN- EL DUENDE MALDITO


No se por qué todos eran malditos??? En fin este era un duende, o mas bien un gnomo irlandés que tenía zapatitos de hebillas y una olla de oro, pero era mas avaro y cabrero el hijuepucta, si le atrapaban te mataba, además típico también este man era cortanotas de sexo, una de las escenas que mas recuerdo es cuando le hizo explotar a una man inflándole las tetas y las nachas al más puro estilo del ultraporno, es más ahora que lo pienso las películas del duende eran más sexo que terror. Esteman también visitó el espacio para que vean.

LANGOLIERS


Esta película era del estilo de miedo de Stephen King. Más suspenso que terror, trataba de unos manes que  se quedaron varados en un lapso de tiempo muy pequeño, donde no se movía nada y la gente parecía haber desaparecido, resultaba pues que los enemigos eran unas huevadas como  pirañas de metal que devoraban el tiempo y el espacio, (en realidad los dos son lo mismo ya que tiempo y espacio están ligados…para más información ver: Relatividad General, pero eso es arena de otro costal), en fin estos monstruitos devoraban el pasado y así evitaban que alguien pueda regresar en el tiempo porque en realidad no habría a donde ir, pero lo importante es que estos demonios les seguían a los giles con el  fin de comérselos, pero al final solo pocos murieron, el resto volvió a la vida normal, por lo que lo único que causó esta película fue mi miedo de volver en el tiempo, gracias a Einstein lo perdí jeje.

LOS NIÑOS DEL MAÍZ


Hijo de pugta, esta cinta si fue de las más horribles de mi vida, esos manes que corrían por el maíz y las cruces en las que los ponían, todo dentro de un maizal inmenso no me dejó nunca terminar de ver la película, y aparte es una de las razones por las que me daba miedo entrar al maizal de mi abuelita…

EL PROYECTO DE LA BRUJA DE BLAIR


La cinta es interesante porque te hacen creer huevadas, aunque es una mentira al final juega con los miedos de tu cabeza porque en realidad la mendiga película no muestra nada, y eso de ver al final al pana parado en la esquina de una casa en medio del bosque y que luego te den tu golpe y ahí se acabe la historia deja abierta a tu imaginación la razón de la película, como dije antes, seguramente me dio miedo porque mi mente debe tener miedo de algo, en fin, al final es una película tonta que me dio un poco de miedo.

SAW-JUEGOS MACABROS


Esta es mas bien interesante, la idea de Jigsaw de dar una segunda oportunidad a quienes hacen mal mediante sus juegos dándoles la oportunidad de salvarse a cambio de un castigo por sus malas andanzas, que luego se transforma en una película sangrienta en la que salen los juegos más sádicos que solo se ven el ultraporno, es una saga que no me dio miedo pero si me atrapó en el suspenso de la historia.

ACTIVIDAD PARANORMAL


Otro juego de la mente que hace que la película te de miedo a cambio de tus propios miedos, cuando tengo mucho estrés siento lo mismo que en esta pinche película y aunque ahora sé que es una degeneración del sueño me daba miedo dormir, el hecho de haber sentido lo mismo que en la película es lo que hizo que me asuste más de lo que debía.

En fin estas han sido las películas que marcaron el lado de terror en mi vida, absurdas, sexuales, de baja calidad, hasta ahora no conozco una película que te de miedo de salir de casa y ojalá la hicieran, para ver qué tan miedoso soy.

AVISARAN SI SABEN DE UNA PELÍCULA QUE DE MUCHO MIEDO: JUAN





domingo, 15 de abril de 2012

LUZ DEL DOMINGO LVIII

SALVARON A LA RAMERA QUE TRAICIONÓ A LA CIUDAD DE JERICÓ, PERO PASARON A CUCHILLO A TODOS LOS DEMÁS HABITANTES

La historia nos la dejó escrita Dios en el libro de Josué —uno de los textos más sangrientos de la Biblia, especialmente en su primera mitad—, cuando nos presenta a este caudillo hebreo preparando la destrucción de la entonces gran y civilizada ciudad amurallada de Jericó.
Josué es aclamado todavía hoy por los cristianos como el sucesor de Moisés en la misión profética encargada por Dios, y se le tiene por un modelo de obediencia y fidelidad a la ley de Dios, pero sus aventuras guerreras de la mano de Dios le presentan más bien como a un sanguinario sin escrúpulos ni límites.
Veamos ahora como Josué, siguiendo el mandato de Dios, ordenó asesinar a todos los habitantes de Jericó... excepto a la ramera que traicionó a los suyos.
Josué, hijo de Nun, despachó desde Sitim secretamente a dos espías. Les dijo: «¡Vayan! Observen bien el terreno y la ciudad de Jericó». Después de recorrer su camino, entraron en casa de una prostituta que se llamaba Rahab; allí pasaron la noche [edificante ejemplo: lo primero que hicieron los hombres de Josué fue acudir a la ramera del pueblo].
Le avisaron al rey de Jericó: «Unos hombres israelitas llegaron aquí, han venido para observar el terreno» [parece que el contraespionaje ya estaba inventado en Jericó]. Entonces el rey de Jericó mandó a decir a Rahab: «Haz que salgan esos hombres que se han alojado en tu casa, pues han venido para informarse de nuestro territorio». Pero la mujer escondió a los hombres y respondió: «Esos hombres que llegaron a mi casa se fueron al caer la noche, cuando se cierra la puerta de la ciudad, y no sé para dónde partieron. Si ustedes salen inmediatamente en su persecución, tal vez los atrapen». En realidad, los había hecho subir a su terraza y los había escondido bajo unos atados de lino que tenía allí [Rahab, la ramera, era, además, una embustera y una traidora a su rey y a su pueblo; un perfil muy del agrado de Dios, tal como ya se ha visto y seguiremos viendo].
La gente se lanzó en su persecución en dirección al Jordán, hacia el lado de los vados, y apenas salieron, se cerró la puerta de la ciudad.
Todavía no se habían acostado los dos hombres, cuando ella los fue a ver en la terraza. Les dijo: «Sé que Yavé les ha entregado este país [genial: Dios se lo había comunicado a una ramera pero no al rey, que hubiese podido rendir la ciudad y evitar la masacre de todos sus habitantes... aunque eso no hubiese tenido la misma gracia bíblica que una buena carnicería de inocentes]; han sembrado el pánico en medio de nosotros y toda la gente de este país está atemorizada con ustedes. Nos han dicho de qué manera Yavé secó ante ustedes el mar de los Juncos cuando salían de Egipto, y lo que ustedes hicieron a los dos reyes de los amo-reos al otro lado del Jordán, a Sijón y a Og, a los que condenaron al anatema [asesinato]. Cuando lo supimos se nos paró el corazón y al verlos acercarse todo el mundo está ahora lleno de miedo, porque Yavé su Dios es Dios tanto arriba en los cielos como abajo en la tierra. Pero ya que les he hecho un favor, júrenme por Yavé que también ustedes harán un favor a la casa de mi padre, y dejen que vivan mi padre, mi madre, mis hermanos, mis hermanas y todo lo que les pertenece. Líbrennos de la muerte [Rahab era una profesional, obviamente, y no prestaba ningún servicio sin cobrar un buen precio por él].
Los hombres respondieron: «Te lo juramos por nuestras propias cabezas; con tal que tú no reveles nuestra conversación, te trataremos con bondad y fidelidad cuando Yavé nos entregue este país». Los ayudó a bajar por la ventana, porque su casa estaba construida junto a la muralla. Les dijo: «Huyan a los cerros para que no los encuentren los que los persiguen. Quédense allí escondidos tres días, hasta que regresen los que los persiguen, luego sigan su camino». Los hombres le dijeron: «Respetaremos el juramento que te hemos hecho» (Jos 2,1-17).
Ya en el campamento, los espías relataron a Josué la situación de la ciudad y el pacto con la ramera traidora, cosas que, claro, agradaron tanto al caudillo hebreo como a Dios, según se ve:
Yavé dijo a Josué: «Hoy día te voy a engrandecer en presencia de todo Israel y sabrán que estoy contigo así como estuve con Moisés. Y tú darás esta orden a los sacerdotes que transportan el Arca de la Alianza (...) Escojan doce hombres, uno para cada una de las tribus de Israel. Y apenas la planta de los pies de los sacerdotes que transportan el Arca de Yavé, el Señor de toda la tierra, haya tocado las aguas del Jordán, las aguas del Jordán que vienen de río arriba se detendrán» (...) Era el tiempo de la cosecha y el Jordán desbordaba por todas sus orillas. Pues bien, apenas llegaron al Jordán los que llevaban el Arca, y apenas tocaron el agua los pies de los sacerdotes que transportaban el Arca, el caudal que bajaba de arriba se detuvo y se amontonó a una gran distancia, a la altura de Adán, el pueblo vecino de Sartán. Durante ese tiempo las aguas que bajaban al mar de la Araba, el Mar Salado, se derramaron porque habían sido cortadas [¿en qué quedamos, el caudal se amontonó o se derramó?], de tal manera que el pueblo atravesó frente a Jericó. Los sacerdotes que transportaban el Arca de la Alianza de Yavé se mantuvieron inmóviles en seco, en medio del Jordán, hasta que la nación terminó de atravesarlo. Israel pasó por un camino seco (Jos 3,7-17).
Tras este nuevo milagro, surgido de la estrategia militar de Dios —y similar al prodigio anterior usado por el dios bíblico para separar las aguas de un mar que se cerró a traición sobre los desprevenidos y engañados egipcios que perseguían a Moisés forzados por Dios—, Josué tuvo un encuentro en la segunda fase (la de invasión):
Estando Josué cerca de Jericó, levantó la vista y vio a un hombre de pie delante de él, con una espada desenvainada en la mano. Josué fue donde él y le dijo: «¿Estás en favor nuestro o de nuestros enemigos?» [una pregunta perspicaz, ¡pardiez! sobre todo si se le hace a un desconocido que anda con la espada en la mano]. Respondió: «Soy el jefe del ejército de Yavé, y acabo de llegar» [¿de dónde?]. Entonces Josué cayó con el rostro en tierra y se postró. Luego le dijo: «¿Qué dice mi Señor a su servidor?» (Jos 5,13-14).
Tras recibir las oportunas instrucciones de Dios, Josué ordenó, entre otras cosillas, que debía darse siete vueltas en procesión alrededor de los muros de Jericó, un trabajo que se tomaron sin prisa, aunque sin pausa.
A la séptima vez, cuando los sacerdotes tocaban la trompeta, Josué dijo al pueblo: «¡Lancen el grito de guerra! ¡Yavé les entrega la ciudad! La ciudad con todo lo que hay en ella será condenada al anatema [destrucción total], en honor de Yavé. Sólo se salvará Rahab, la prostituta, con todos los que estén con ella en su casa. En cuanto a ustedes, cuídense de tomar lo que ha sido condenado al anatema, no sea que ustedes mismos se vuelvan anatema y atraigan la desgracia sobre el campamento de Israel. Toda la plata y todo el oro, todos los objetos de bronce y de hierro serán consagrados a Yavé e ingresarán al tesoro de Yavé. [Muy agudo el santo varón: advirtió que moriría cualquiera que se quedase con algo de la ciudad, pero exigió que el oro, plata y objetos de metal fuesen a parar al bolsillo del clero... que Dios, ayer como hoy, no se llevaba a su casa nada de lo que sus siervos dicen administrar en su nombre.]
El pueblo lanzó entonces el grito de guerra y resonó la trompeta. Apenas oyó el pueblo el sonido de la trompeta, lanzó el gran grito de guerra y la muralla se derrumbó. El pueblo entró en la ciudad, cada uno por el lugar que tenía al frente y se apoderaron de la ciudad.
Siguiendo el anatema, se masacró a todo lo que vivía en la ciudad: hombres y mujeres, niños y viejos [según lo ordenó y legisló el mismísimo Dios (Lv 27,28-29)], incluso a los bueyes, corderos y burros.
Josué dijo a los dos hombres que habían espiado el país: «Entren en la casa de la prostituta y saquen a esa mujer con todo lo que le pertenece, como se lo juraron». Los jóvenes que habían sido enviados en reconocimiento entraron y sacaron a Rahab, a su padre, su madre y sus hermanos, con todas sus pertenencias. Instalaron a toda la familia fuera del campamento de Israel.
Luego prendieron fuego a la ciudad y a todo lo que había en ella. Pero depositaron en el tesoro de la Casa de Yavé la plata, el oro como también los objetos de bronce o de hierro.
Josué dejó con vida a Rahab la prostituta y a la familia de su padre con todo lo que le pertenecía. Esta ha vivido en Israel hasta el día de hoy, porque ocultó a los espías que Josué había enviado para que exploraran Jericó (...) Yavé estaba con Josué y su fama se extendió por todo el país (Jos 6,16-27).
También en esta narración bíblica puede verse que alcanzaron la protección y favor de Dios quienes peor se comportaron, esto es, la ramera traidora a su pueblo, que salvó vida, familia y bienes a costa de las vidas y destrucción de todo su pueblo, y Josué y su gente, que, guiados por Dios, asesinaron a todos los habitantes de Jericó y robaron todos sus objetos valiosos. ¿Qué ejemplo a seguir quiso darles Dios, a los estudiantes bíblicos de hoy, cuando decidió dejarles tan inspiradas y divinas palabras?
Por si hubiere alguien incapaz de aprender nada del caso de la ramera Rahab y de la rentabilidad que proporciona la traición, Dios repitió la misma lección en otro libro bíblico y con un ejemplo similar:
La gente de la casa de José emprendió una expedición contra Betel y Yavé estuvo con ellos. Instalaron su campamento frente a Betel (la ciudad se llamaba antes Luz). Los espías vieron a un hombre que salía de la ciudad y le dijeron: «Muéstranos por dónde se puede entrar a la ciudad y te perdonaremos la vida». Les mostró entonces cómo entrar en la ciudad. La pasaron a cuchillo, pero dejaron libre a ese hombre con toda su familia. El hombre se fue al territorio de los hititas y allí construyó una ciudad que se llamó Luz (y ese es el nombre que tiene todavía hoy) (Jue 1,22-26).
Este anónimo colaborador de los planes de Dios no tenía un burdel como Rahab, sólo era un cobarde y un traidor, pero el premio a una conducta infame, que permitió que los hebreos de Dios asesinasen a todo su pueblo, fue el de enriquecerse construyendo una nueva ciudad a la que, ironía divina, puso el mismo nombre que tenía la que su felonía lanzó a la destrucción.
La palabra de Dios evidencia aquí su enseñanza: no importa cuál sea la conducta, no es grave mentir ni traicionar, ni que por actos cobardes se pierdan incontables vidas; sólo importa, a fin de obtener una buena recompensa, que se sepa elegir bien a los nuevos aliados antes de traicionar a la gente propia.

sábado, 14 de abril de 2012

COMIENDO CARNE EN VIERNES SANTO


La tradición de no comer carne el Viernes Santo está muy arraigada en la sociedad ecuatoriana, y debe ser como en el caso de mi familia, que es porque a nuestros abuelos y padres los educaron con una devoción muy alta, y así como dice mi abuelita: comer carne el Viernes Santo (toda la cuaresma en realidad) es pecado y un irrespeto a Jesús.

En fin, esta tradición ha sido una tortura en mi vida ya que por una parte yo no soy católico ni creo en Dios y por otra parte necesito comer carne todos los días (si ya sé soy una verga de persona que se va a ir al infierno por comerse a los otros animalitos de taita diosito…pero si no los como ellos podrían comerme a mi!! Piénsalo) y mi familia me atormenta con esta tradición además dándome fanesca que es un plato que odio si viene con pescado.

Ahora yo no siento ningún remordimiento de comer carne en esa semana, es más he querido hacerme poncho bebiendo cerveza en ese feriado, pero no hay quien me acolite a “santificar las fiestas” y si se les dice hagamos una parrillada aparte me van puteando…sarta de carevergas.

Pero veamos que tan fuerte es el espíritu humano, una anécdota de mis años felices del colegio:

Cuando andaba por quinto curso y todo era bello, éramos indocumentados e ilegales, y uno podía chumarse hasta las patas con 1 dólar y medio comprando Switch (bebida de panas), fue que no se por qué chuchas fuimos a La Carolina en viernes santo con el grupo de amigos que tenía en el cole, esos zarrapastrosos ebrios conchesumadre y su servidor luego de gastar toda la mañana hueveando, decidimos ir a matar el hambre al CCI, en la zona de comidas decidimos muy rebeldemente comernos unas chuletas, acción a la que tres de los cuatros zonzos en cuestión accedimos, menos uno que tenía miedo de pecar:

Mongo: peguémonos unas chuletas, total no somos los únicos que están comiendo carne
Yo: de leyf
Chino: no vean hoy no se come carne…
Yo: calla careverga, no pasa nada
Chino: no nono… veamos otra cosa
Pana Chávez: vos verás que chucha comes, nosotros pidámonos no más las chuletas..
Chino: sigan no más yo no voy a comer…
Los otros tres: de unaff

Luego de un puto rato en la fila compramos las famosas chuletas, pero mamas chuletas, con su salsita, sus papitas y su menestra, más la colita y hasta el postre, mmm bien pagado estaba ese plato, fue que ya estando los cuatro en la mesa y habiendo tres platazos de chuletas listos, nosotros como buenos hijuepuctas le hacíamos tener ganas al cabrón del Chino, le hacíamos oler y saboreábamos cada pedazo de carne, mientras con un placer mal sano veíamos como el Chino sudaba  trataba de resistirse, pero finalmente se paró y dijo:

Chino: buenas se les ven a esas chuletas… la prohibición sólo era hasta medio día…

Y se fue a comprarse su platito, y yo me cagaba de risa viendo como su voluntad cayó ante una insignificante presa de carne.

Finalmente: ¿Cuándo chuchas dijo Jesús que no coma carne?




EL PRÓXIMO VIERNES SANTO HAGAMOS UNA PARRILLADA FRENTE A LA IGLESIA: JUAN





viernes, 13 de abril de 2012

VIERNES CUCHILLERO: NO QUIERO PENSAR EN ESE AMOR

 NO QUIERO PENSAR EN ESE AMOR: MEDINA AZAHARA




Siempre que te miro me recuerdas el ayer
Días felices que yo nunca olvidaré
Fue tu amor, fue tu amor

En el viento frío cuando empieza a manecer
Tu nombre rompe el silencio al nacer
Fue tu amor, fue tu amor

No quiero pensar en ese amor
No quiero pensar que me olvidó
No quiero soñar con el ayer
Son tristes momentos que pasé

Ya no brilla el sol entre las flores del jardín
Hay nubes grises que oscurecen nuestro amor
Nuestro amor, nuestro amor

No quiero pensar en ese amor...

Siempre que te miro me recuerdas el ayer
Días felices que yo nunca olvidaré
Fue tu amor, fue tu amor

En el viento frío cuando empieza a manecer
Tu nombre rompe el silencio al nacer
Fue tu amor, fue tu amor

No quiero pensar en ese amor...

miércoles, 11 de abril de 2012

POR EL CULO TE VOY A DAR

En lugar de matar el despecho con diez mil aspirinas, les doy mi soluciòn para evitar embarazos no deseados:








DE SEGURO EL PEOR POST DE MI VIDA, VAYANSE A LA MIERDA: JUAN

domingo, 8 de abril de 2012

LUZ DEL DOMINGO XIII

 Las muchas y profundas incoherencias que impiden dar crédito a los relatos neotestamentarios acerca de la resurrección de Jesús y de sus apariciones posteriores

Cuando un profano en misterios teológicos se pone a leer los pasajes neotestamentarios que relatan la resurrección de Jesús —que es el episodio fundamental en el que se basa el cristianismo para demostrar la divinidad de Jesús—, espera encontrar una serie de relatos pormenorizados, sólidos, documentados y, sobre todo, coincidentes unos con otros. Pero los textos de los cuatro evangelistas nos dan justamente la impresión contraria. A tal punto son contradictorios los relatos de Mateo, Marcos, Lucas y Juan que, si sus declaraciones fuesen presentadas ante cualquier tribunal de justicia, ningún juez podría aceptar sus testimonios como base probatoria exclusiva para emitir una sentencia. Basta con comparar los relatos de todos ellos para darse cuenta de la fragilidad de su estructura interna y, por tanto, de su escasa credibilidad.
Después de que Jesús expirase en la cruz, según refiere Mateo, «llegada la tarde, vino un hombre rico de Arimatea, de nombre José, discípulo de Jesús. Se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato entonces ordenó que le fuese entregado [puesto que estaba en poder del juez]. Él, tomando el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo depositó en su propio sepulcro, del todo nuevo, que había sido excavado en la peña, y corriendo una piedra grande a la puerta del sepulcro, se fue. Estaban allí María Magdalena y la otra María, sentadas frente al sepulcro» (Mt 27,57-61).
En la versión de Marcos, José de Arimatea es ahora un «ilustre consejero (del Sanedrín), el cual también esperaba el reino de Dios» (Mc 15,43) y Pilato no reclama el cuerpo de Jesús al juez sino al centurión que controló la ejecución: «Informado del centurión, dio el cadáver a José, el cual compró una sábana, lo bajó, lo envolvió en la sábana y lo depositó en un monumento que estaba cavado en la peña, y volvió la piedra sobre la entrada del monumento. María Magdalena y María la de José miraban dónde se le ponía» (Mc 15,45-47).
El relato que proporciona Lucas, en Lc 23,50-56, es sustancialmente coincidente con este de Marcos, pero en Juan la historia ocurre en un contexto llamativamente diferente: «Después de esto rogó a Pilato José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque en secreto por temor de los judíos, que le permitiese tomar el cuerpo de Jesús, y Pilato se lo permitió. Vino, pues, y tomó su cuerpo. Llegó Nicodemo, el mismo que había venido a Él de noche al principio, y trajo una mezcla de mirra y áloe, como unas cien libras. Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús y lo fajaron con bandas y aromas, según es costumbre sepultar entre los judíos. Había cerca del sitio donde fue crucificado un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual nadie aún había sido depositado. Allí, a causa de la Parasceve de los judíos, por estar cerca el monumento, pusieron a Jesús» (Jn 19,38-42).
Ahora José de Arimatea es «discípulo de Jesús» y no parece ser miembro del Sanedrín judío; esa víspera del sábado surge de la nada Nicodemo, que le ayuda a transportar el cadáver de Jesús y lo amortajan (en los otros Evangelios, como veremos enseguida, eran varías mujeres las que iban a amortajarle y eso sucedía en la madrugada del domingo); y se le entierra en un sepulcro que ya no es señalado como propiedad de José de Arimatea y al que se recurre «por estar cerca». Retomando el texto de Mateo seguimos leyendo: «Al otro día, que era el siguiente a la Parasceve, reunidos los príncipes de los sacerdotes y los fariseos ante Pilato, le dijeron: Señor, recordamos que ese impostor, vivo aún, dijo: Después de tres días resucitaré. Manda, pues, guardar el sepulcro hasta el día tercero, no sea que vengan sus discípulos, le roben y  digan al pueblo: Ha resucitado de entre los muertos. (...) Ellos fueron y pusieron guardia al sepulcro después de haber sellado la piedra» (Mt 27,62-66). Estos versículos afirman al menos dos cosas: que era conocida por todos la advertencia de Jesús acerca de su resurrección al tercer día y que el sepulcro estaba guardado por soldados romanos.                       
El relato de Mateo prosigue: «Pasado el sábado, ya para amanecer el día primero de la semana, vino María Magdalena con la otra María [María de Betania] a ver el sepulcro. Y sobrevino un gran terremoto, pues un ángel del Señor bajó del cielo y acercándose removió la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella. Era su aspecto como el relámpago, y su vestidura blanca como la nieve. De miedo de él temblaron los guardias y se quedaron como muertos. El ángel, dirigiéndose a las mujeres, dijo: No temáis vosotras, pues sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí; ha resucitado, según lo había dicho...» (Mt 28,1-6).
La versión de Marco difiere sustancialmente de esta de Mateo ya que relata el suceso de esta otra forma: «Pasado el sábado, María Magdalena, y María la de Santiago [María de Betania] y Salomé compraron aromas para ir a ungirle Muy de madrugada, el primer día después del sábado, en cuanto salió el sol, vinieron al monumento. Se decían entre sí ¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del monumento? Y mirando, vieron que la piedra estaba removida; era muy grande. Entrando en el monumento, vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de una túnica blanca, y quedaron sobrecogidas de espanto...» (Mc 16,1-5) y, como en Mateo, el antes ángel ahora joven ordenó a las mujeres que dijeran a los discípulos que debían encaminarse hacia Galilea para poder ver allí a Jesús.
En Lucas se dice: «Y encontraron removida del monumento la piedra, y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Estando ellas perplejas sobre esto, se les presentaron dos hombres vestidos de vestiduras deslumbrantes. Mientras ellas se quedaron aterrorizadas y bajaron la cabeza hacia el suelo, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí; ha resucitado, (...) y volviendo del monumento, comunicaron todo esto a los once y a todos los demás. Eran María la Magdalena, Juana y María de Santiago y las demás que estaban con ellas. Dijeron esto a los apóstoles pero a ellos les parecieron desatinos tales relatos y no los creyeron. Pero Pedro se levantó y corrió al monumento, e inclinándose vio sólo los lienzos, y se volvió a casa admirado de lo ocurrido» (Lc 24,1-12).
Nótese que el antes ángel y después joven es ahora «dos hombres» —y que ya no mandan ir hacia Galilea dado que, según se dice algo más abajo, en Lc 24,13-15, Jesús resucitado acudió al encuentro de los discípulos en Emaús—; las tres mujeres se han convertido en una pequeña multitud; y Pedro visita el sepulcro personalmente.
Según Juan, «El día primero de la semana, María Magdalena vino muy de madrugada, cuando aún era de noche, al monumento, y vio quitada la piedra del monumento. Corrió y vino a Simón Pedro y al otro discípulo a quien Jesús amaba, y les dijo: Han tomado al Señor del monumento y no sabemos donde le han puesto. Salió, pues, Pedro y el otro discípulo y fueron al monumento. Ambos corrían; pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al monumento, e inclinándose, vio las bandas; pero no entró. Llegó Simón Pedro después de él, y entró en el monumento y vio las fajas allí colocadas, y el sudario. (...) Entonces entró también el otro discípulo que vino primero al monumento, y vio y creyó; porque aún no se habían dado cuenta de la Escritura, según la cual era preciso que El resucitase de entre los muertos. Los discípulos se fueron de nuevo a casa. María se quedó junto al monumento, fuera, llorando. Mientras lloraba se inclinó hacia el monumento, y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies de donde había estado el cuerpo de Jesús. Le dijeron: ¿Por qué lloras, mujer? Ella les dijo: Porque han tomado a mi Señor y no sé dónde le han puesto. Diciendo esto, se volvió para atrás y vio a Jesús que estaba allí, pero no conoció que fuese Jesús...» (Jn 20,1-18).
Ahora son dos y no uno o ninguno los discípulos que acuden al sepulcro, pero una sola la mujer (que ya no va a ungir el cuerpo de Jesús); en su alucinante metamorfosis, el ángel/joven/dos hombres se ha convertido en «dos ángeles» que aparecen situados en una nueva posición, que pronuncian palabras diferentes a sus antecesores en el papel y que, como en Lucas, tampoco ordenan ir a ninguna parte dado que Jesús no espera a Galilea o Emaús para aparecerse y lo hace allí mismo, junto a su propia tumba.                                                 
Si resumimos la escena tal como la atestiguan los cuatro evangelistas inspirados por el Espíritu Santo obtendremos el siguiente cuadro: en Mateo las mujeres van a ver el sepulcro; se produce un terremoto; baja un ángel del cielo; remueve la piedra de la entrada de la tumba y se sienta en ella; y deja a los guardias «como muertos».                                               
En Marcos las mujeres (que ya no son sólo las dos Marías puesto que se suma Salomé) van a ungir el cuerpo de Jesús; no hay terremoto; la piedra de la entrada ya está quitada; un joven está dentro del monumento sentado a la derecha; y los guardias se han esfumado.                                       
En Lucas, las mujeres, que siguen llevando ungüentos, son las dos Marías, Juana, que sustituye a Salomé, y «las demás que estaban con ellas»; tampoco hay terremoto ni guardias; se les presentan dos hombres, aparentemente procedentes del exterior del sepulcro; se les anuncia que Jesús se les aparecerá en Emaús y no en Galilea, tal como se dice en los dos textos anteriores; y Pedro da fe del hecho prodigioso.
En Juan sólo hay una mujer, María Magdalena, que no va a ungir el cadáver; no ve a nadie en el sepulcro y corre a avisar no a uno sino a dos apóstoles, que certifican el suceso; después de esto, mientras María llora fuera del sepulcro, se aparecen dos ángeles, sentados en la cabecera y los pies de donde estuvo el cuerpo del crucificado; y Jesús se le aparece a la mujer en ese mismo momento. En lo único en que coinciden todos es en la desaparición del cuerpo de Jesús y en la vestimenta blanco/luminosa que llevaba el transformista ángel/ joven/dos hombres/dos ángeles.
No hace falta ser ateo o malicioso para llegar a la evidente conclusión de que estos pasajes no pueden tener la más mínima credibilidad. No hay explicación alguna para la existencia de tantas y tan graves contradicciones en textos supuestamente escritos por testigos directos —y redactados dentro de un periodo de tiempo de unos treinta a cuarenta años entre el primero (Marcos) y el último (Juan)— e inspirados por Dios... salvo que la historia sea una pura elaboración mítica, tal como ya señalamos, para completar el diseño de la personalidad divina de Jesús asimilándola a las hazañas legendarias de los dioses solares jóvenes y expiatorios que le habían precedido, entre los que estaba Mitra, su competidor directo en esos días, que no sólo había tenido una natividad igual a la que se adjudicará a Jesús sino que también había resucitado al tercer día.
Si leemos entre líneas los versículos citados, podremos darnos cuenta de algunas pistas interesantes para comprender mejor el ánimo de sus redactores. Marcos, el primer texto evangélico escrito, obra del traductor del apóstol Pedro, esbozó el relato mítico con prudencia y evitó las alharacas sobrenaturales innecesarias. Mateo, por el contrario, a pesar de que se inspiró en Marcos para escribir su obra, siguió siendo fiel a su estilo y se regocijó en adaptar leyendas paganas orientales al mito de Jesús, por eso —ya fuese por obra del verdadero Mateo o del redactor que puso a punto la versión actual de su Evangelio en Egipto— en su texto aparecen —pero no en los demás— los típicos terremotos y seres celestiales bajados del cielo propios de las leyendas paganas que vimos en apartados anteriores.
El médico Lucas, ayudante de Pablo, que se inspiró en Marcos y Mateo puesto que jamás trató con nadie relacionado con Jesús, adoptó la misma mesura que Marcos y, dado que escribió en Roma, eliminó del relato las referencias celestiales exóticas y aquellas que pudiesen herir susceptibilidades entre los romanos. Como su objetivo fue demostrar la veracidad del cristianismo (y también de este hecho, claro está) recurrió a sus típicas exageraciones y manipulaciones en pos de asegurarse la credibilidad. Por eso convirtió en hombre maduro a quien había sido un joven o un ángel y dobló su presencia para mejor testimonio.                                       ,
Otro tanto sucedió con las mujeres —a las que ni él ni Pablo concedían demasiada credibilidad—, que presentó como a un grupo numeroso para así poder compensar en alguna medida su credulidad genética gracias a la cantidad de testimonios coincidentes; pero, aún así, Lucas creyó necesario incluir el testimonio de un varón para que el relato pareciese razonable y ahí hizo su aparición Pedro. El apóstol Pedro no sólo gozaba de credibilidad entre la comunidad judeocristiana sino que era el oponente más duro de Pablo, así que al incluirlo en el relato se lograban dos cosas a la vez: dar veracidad al hecho por su testimonio de varón y materializar una sutil venganza en su contra mermándole su masculinidad y prestigio al presentarlo solo en medio de un grupo de mujeres.
En Juan, el más místico de los cuatro, los hombres volvieron a ser transformados en ángeles (dos, por supuesto), la mujer fue una sola y con un papel totalmente pasivo y, en sintonía con la conocida pasión que evidencia el redactor de este Evangelio por el Jesús divino, no pudo aguardar para hacerle aparecer en Galilea y le hizo materializarse en su propia sepultura para mayor gloria. Pero vemos también que en este relato aparecen dos discípulos, Pedro y «el otro discípulo a quien Jesús amaba»; al margen de comprobar otra vez como a cada nuevo evangelio se va doblando la cantidad de testigos, la elección de estos dos hombres no es casual. Pedro debía aparecer puesto que antes lo había situado Lucas en la escena, pero el otro tenía que figurar también dado que se trataba de la fuente de quien supuestamente partía ese relato.            
Si recordamos lo ya documentado con anterioridad, sabremos que el autor del Evangelio de Juan no fue el apóstol Juan, sino el griego Juan «el Anciano» —que se basó en las memorias del judío Juan el Sacerdote, el «discípulo querido»—. En los versículos de Juan se presenta a Juan el Sacerdote corriendo hacia el sepulcro junto a Pedro, pero ganándole la carrera, que por algo éste es su texto particular, con lo que quedaba sutilmente valorado por encima de Pedro. Juan fue el primero en ver la tela del sudario pero, sin embargo, fue Pedro quien entró por delante en la sepultura; la razón para ello es bien simple: dado su oficio sacerdotal, Juan, para no adquirir impureza, no podía penetrar en el sepulcro hasta saber con certeza que allí ya no había ningún cadáver; cuando Pedro se lo confirmó, él también entró «vio y creyó». Al igual que ocurre en toda la Biblia, las motivaciones humanas de los escritores dichos sagrados son tan poderosas y visibles que oscurecen cuantos rincones se pretenden llenos de luz divina.                                                                   
Repasando lo que se dice en el Nuevo Testamento acerca de la actitud de los discípulos frente a la resurrección de Jesús volvemos quedar sorprendidos ante la incredulidad que demuestran éstos al recibir la noticia. En Mt 27,63-64, tal como ya pudimos leer, se dice que era tan notorio y conocido por todos que Jesús había prometido resucitar al tercer día que el Sanedrín forzó a Pilato a poner guardias ante el sepulcro y a sellar su entrada. Y en Lucas se refresca la memoria de las mujeres desconsoladas ante la sepultura vacía diciéndoles: «Acordaos cómo os habló [Jesús] estando aún en Galilea, diciendo que el Hijo del hombre había de ser entregado en poder de pecadores, y ser crucificado, y resucitar al tercer día» (Lc 24,7).
Todos estaban, pues, advertidos, pero a los apóstoles, según sigue diciendo Lc24,l 1, «les parecieron desatinos tales re-latos [el sepulcro vacío que habían encontrado las mujeres] y no los creyeron». Las mujeres de Mc 16,8 «a nadie dijeron nada» aunque a renglón seguido María Magdalena se lo contaría a los apóstoles que «oyendo que vivía y que había sido visto por ella, no lo creyeron» y, a más abundamiento, «Después de esto se mostró en otra forma a dos de ellos [apóstoles] que iban de camino y se dirigían al campo. Éstos, vueltos, dieron la noticia a los demás; ni aun a éstos creyeron» (Mc 16,12-13). En Juan, Pedro y Juan el Sacerdote «aún no se habían dado cuenta de la Escritura, según la cual era preciso que Él resucitase de entre los muertos» (Jn 20,9).                                             
A Pedro, en especial, se le presenta en los Evangelios rechazando con vehemencia la posibilidad de la pasión y recibiendo por ello un durísimo reproche de parte de Jesús, pero ¿cómo podía seguir mostrándose incrédulo ante la noticia de la resurrección de su maestro alguien que había visto fielmente cumplidos los vaticinios de Jesús acerca de su detención y muerte así como el que advertía que él mismo le negaría tres veces? Resulta ilógico pensar que apóstoles, que habían sido testigos directos de los milagros que se atribuyen a Jesús, entre ellos el de la resurrección de la hija de Jairo —jefe de la sinagoga judía gerasena— y la de Lázaro, no pudiesen creer que su maestro fuese capaz de escapar de la muerte tal corno tan repetidamente había anunciado si hemos de creer en los versículos siguientes:                                    
En Mc 8,31 Jesús, reunido con sus apóstoles, «Comenzó a enseñarles cómo era preciso que el Hijo del hombre padeciese mucho, y que fuese rechazado por los ancianos y los príncipes de los sacerdotes y los escribas, y que fuese muerto y resucitara después de tres días. Claramente se hablaba de esto». Mientras todos estaban atravesando el lago de Galilea, según Mc 9,30-32, Jesús «iba enseñando a sus discípulos y les decía: El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres y le darán muerte, y muerto, resucitará al cabo de tres días. Y ellos no entendían esas cosas, pero temían preguntarle». La tercera predicción de Jesús acerca de su inminente pasión figura en Mc 10,33-34 cuando se dice: «Subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los príncipes de los sacerdotes y a los escribas, que le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles, y se burlarán de Él y le escupirán, y le azotarán y le darán muerte, pero a los tres días resucitará.» Y en Mc 14,28-29, mientras se dirigían hacia el monte de los Olivos, encontramos a Jesús afirmando: «Pero después de haber resucitado os precederé a Galilea».
La inexplicable incredulidad de los apóstoles ante la noticia de la resurrección de Jesús resulta aún mucho más alarmante cuando leemos el testimonio de Mateo acerca del suceso que siguió a la muerte del mesías judío: «Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, expiró. La cortina del templo se rasgó de arriba abajo en dos partes, la tierra tembló y se hendieron las rocas; se abrieron los monumentos, y muchos cuerpos de santos que dormían, resucitaron, y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de Él, vinieron a la ciudad santa y se aparecieron a muchos. El centurión y los que con él guardaban a Jesús, viendo el terremoto y cuanto había sucedido, temieron sobremanera y se decían: Verdaderamente, éste era el hijo de Dios...» (Mt 27,50-54).
Ante este testimonio inspirado de Mateo sólo caben dos conclusiones: o el relato es una absoluta mentira —con lo que también se convierte en una invención el resto de la historia de la resurrección—, o la humanidad de esa época presentaba el nivel de cretinez más elevado que jamás pueda concebirse. Una convulsión como la descrita no sólo hubiese sido la «noticia del siglo» a lo largo y ancho del Imperio romano sino que, obviamente, tendría que haber llevado a todo el mundo, judíos y romanos incluidos, con el sumo sacerdote y el emperador al frente, a peregrinar ante la cruz del suplicio para aceptar al ejecutado como el único y verdadero «hijo de Dios», tal como supuestamente apreciaron, con buen tino, el centurión y sus soldados; pero en lugar de eso, nadie se dio por aludido en una sociedad hambrienta de dioses y prodigios, ni cundió el pánico entre la población —máxime en una época en la que buena parte de los judíos esperaban el inminente fin de los tiempos, cosa que también había creído y predicado el propia Jesús—, ni tan siquiera logró que los apóstoles sospechasen que allí estaba a punto de suceder algo maravilloso y por eso les pilló fuera de juego la nueva de la resurrección. Es el colmo del absurdo.                                                                   
Además, ¿cómo no iban a llamar la atención y despertar la alarma los muchos santos que, según Mateo, salieron de sus tumbas y se pasearon por Jerusalén entre sus moradores? Unos santos de los que, por cierto, no se dice quiénes eran (ni la razón de su santidad), ni quiénes los reconocieron como tales, ni a quiénes se aparecieron y que, tal como expresa el texto, resucitaron antes que el propio Jesús, con lo que se invalida absolutamente la doctrina de que la resurrección de los muertos llegó sólo a consecuencia (y después) de la protagonizada por Jesús. Los santos resucitados de Mateo acabaron por convertirse en un buen problema para la Iglesia.
Si, hartos de tanta contradicción, intentamos descubrir algún indicio sobre el fundamento de la resurrección, nos meteremos de nuevo en medio de otro mar de dudas distinto y no menos insalvable. Es creencia común entre los cristianos actuales que Jesús posee el poder de resucitar a los muertos en el día del Juicio Final pero, sorprendentemente, ni Mateo, ni Marcos, ni Lucas dijeron palabra alguna a este respecto — ¿no se habían enterado de tan buena nueva? — , sólo el místico y esotérico Juan, en la primera década del siglo II d.C., vino a llenar este incomprensible vacío con versículos como los siguientes: «Porque ésta es la voluntad de mi Padre, que todo el que ve al Hijo y cree en El tenga la vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día» (Jn 6,40); «Nadie puede venir a mí si el Padre, que me ha enviado, no le trae, y yo le resucitaré en el último día» (Jn 6,44); o «El que come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna y yo le resucitaré el último día» (Jn 6,54). Lucas, cuando escribió los Hechos de los Apóstoles, tampoco mostró que su jefe Pablo estuviese convencido del papel a jugar por Jesús respecto a la resurrección final, ya que cuando el apóstol de los gentiles se halló delante del procurador romano le dijo: «Te confieso que sirvo al Dios de mis padres con plena fe en todas las cosas escritas en la Ley y en los Profetas, según el camino que ellos llaman secta, y con la esperanza en Dios que ellos mismos tienen de la resurrección de los justos y de los malos...» (Act 24,14-15). Pablo, como judío, reservaba a Dios la capacidad de resurrección, no al Jesús divinizado o a cualquier otro.
Por lo anterior, que era creencia común del judaismo y del cristianismo primitivo, parecería obvio pensar que Jesús fue resucitado por obra expresa de Dios, tal como muy bien se indica, entre otros, en los versículos de Act 2,23-24: «A éste [Jesús de Nazaret], entregado según el designio determinado y la presencia de Dios, después de fijarlo (en la cruz) por medio de hombres sin ley, le disteis muerte. Al cual Dios le resucitó después de soltar las ataduras de la muerte, por cuanto no era posible que fuera dominado por ella...»; pero-otro texto, tan inspirado por Dios como éste, parece indicar que es el propio Jesús quien tiene la potestad de resucitarse a  sí mismo: «Por eso el Padre me ama, porque yo doy mi vida para tomarla de nuevo. Nadie me la quita, soy yo quien la doy por mí mismo. Tengo poder para darla y poder para volver a tomarla. Tal es el mandato del Padre que he recibido (Jn 10,17-18), y poco después se añade: «Yo soy la resurrección y la vida» (Jn 11,25). Dado que la Iglesia manda tomar por cierta cada palabra de la Biblia, no deberíamos encontrar contradicción alguna entre el hecho de que Jesús fuese resucitado por Dios o por sí mismo... al fin y al cabo, ambos acabarían pasando a formar parte de una sola y trina personalidad divina.                                                                 
Pero, por mucha fe que se le ponga, resulta de nuevo imposible obviar las disparidades que aparecen en el Nuevo Testamento cuando se relata el hecho memorable —según cabe suponer— de la aparición de Jesús ya resucitado a los apóstoles.
En Mateo, después que las dos Marías encontraran el sepulcro vacío y se dirigieran corriendo a comunicarlo a los discípulos, «Jesús les salió al encuentro, diciéndoles: Salve. Ellas, acercándose, asieron sus pies y se postraron ante El. Díjoles entonces Jesús: No temáis; id y decid a mis hermanos que vayan a Galilea y que allí me verán» (Mt 28,9); y el relato concluye diciendo que «Los once discípulos se fueron [desde Jerusalén] a Galilea, al monte que Jesús les había indicado, y, viéndole, se postraron, aunque algunos vacilaron, y acercándose Jesús, les dijo: Me ha sido dado todo el poder en el cielo y en la tierra...» (Mt 28,16-18).                                          
En Marcos, «Resucitado Jesús la mañana del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena. (...) Ella fue quien lo anunció a los que habían vivido con Él...» (Mc 16,9-10); «Después de esto se mostró en otra forma a dos de ellos que iban de camino y se dirigían al campo» (Mc 16,12); ya en Galilea (se supone) «Al fin se manifestó a los once, estando recostados a la mesa, y les reprendió su incredulidad...» (Mc 16,14); y, finalmente, «El Señor Jesús, después de haber hablado con ellos, fue levantado a los cielos y está sentado a la diestra de Dios» (Mc 16,19).                                 
En Lucas, «El mismo día [domingo, tras el descubrimiento de la sepultura vacía], dos de ellos iban a una aldea (...) llamada Emaús, y hablaban entre sí de todos estos acontecimientos. Mientras iban hablando y razonando, el mismo Jesús se les acercó e iba con ellos, pero sus ojos no podían reconocerle. (...) Puesto con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. Se les abrieron los ojos y le reconocieron, y desapareció de su presencia» (Lc 24,13-31), después de esto «En el mismo instante se levantaron, y volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los once y a sus compañeros, que les dijeron: El Señor en verdad ha resucitado y se ha aparecido a Simón. Y ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo le reconocieron en la fracción del pan. Mientras esto hablaban, se presentó en medio de ellos y les dijo: La paz sea con vosotros. (...) Le dieron un trozo de pez asado, y tomándolo, comió delante de ellos» (Lc 24,33-43); finalmente, «Los llevó cerca de Betania, y levantando sus manos, les bendijo, y mientras los bendecía se alejaba de ellos y era llevado al cielo» (Lc 24,50-51).
En Juan, mientras María Magdalena permanecía fuera del sepulcro llorando «se volvió para atrás y vio a Jesús que estaba allí, pero no conoció que fuese Jesús. (...) María Magdalena fue a anunciar a los discípulos: "He visto al Señor" y las cosas que había dicho» (Jn 20,14-18). «La tarde del primer día de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se hallaban los discípulos por temor de los judíos, vino Jesús y, puesto en medio de ellos...» (Jn 20,19). «Pasados ocho días, otra vez estaban dentro los discípulos (...) Vino Jesús, cerradas las puertas, y, puesto en medio de ellos...» (Jn 20,26). «Después de esto se apareció Jesús a los discípulos junto al mar de Tiberíades, y se apareció así: Estaban juntos Simón Pedro y Tomás, llamado Dídimo; Natanael, el de Caná de Galilea, y los de Zebedeo, y otros dos discípulos. Díjoles Simón Pedro: Voy a pescar. (...) Salieron y entraron en la barca, y en aquella noche no pescaron nada. Llegada la mañana, se hallaba Jesús en la playa; pero los discípulos no se dieron cuenta de que era Jesús. (...) Él les dijo: Echad la red a la derecha de la barca y hallaréis. La echaron, pues, y ya no podían arrastrar la red por la muchedumbre de los peces (...) Jesús les dijo: Venid y comed...» (Jn 21,1-12).
Según los Hechos de los Apóstoles de Lucas, Jesús apareció ante sus apóstoles durante nada menos que cuarenta días: «Después de su pasión, se presentó vivo, con muchas pruebas evidentes, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles del reino de Dios» (Act 1,3) y, al fin «fue arrebatado a vista de ellos, y una nube le sustrajo a sus ojos» (Act 1,9).
Pero Pablo, por su parte, complicó aún más la rueda de apariciones cuando testificó que «lo que yo mismo he recibido, que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado, que resucitó al tercer día, según las Escrituras, y que se apareció a Cefas, luego a los doce. Después se apareció una vez a más de quinientos hermanos, de los cuales muchos permanecen todavía, y algunos durmieron; luego se apareció a Santiago, luego a todos los apóstoles; y después de todos, como a un aborto, se me apareció también a mí» (I Cor 15,3-8).
Tomando en cuenta los denodados esfuerzos —con milagros incluidos— que había hecho Jesús, durante su vida pública, para intentar convencer de su mensaje a las masas, ¿no resulta increíble que se apareciera solamente ante sus íntimos y no ante todo el pueblo o el procurador Pilato que le ajustició, despreciando así su mejor oportunidad para convertir a todo el Imperio romano de una sola vez? Por otra parte, si repasamos lo dicho en todos estos testimonios inspirados que acabamos de exponer, tal como lo resumimos en el cuadro que insertaremos seguidamente, deberemos convenir que no es creíble en absoluto que un suceso tan fundamental como éste se cuente de tantas formas diferentes y que cada autor sagrado haga aparecer a Jesús las veces que le venga en gana y en los lugares y ante los testigos que se le antojen.              
Los machistas Lucas y Pablo excluyen a María Magdalena de entre los privilegiados testigos de las apariciones de Jesús mientras que para los otros es la primera en verle. Las apariciones en el camino cerca de Jerusalén sólo figuran en Marco y en Lucas (que toma el dato de éste) y aportan contextos muy diferentes.                                                             
La presencia de Jesús ante sus apóstoles cuando aún estaban en Jerusalén es relatada por Lucas, Juan y Pablo, que no conocieron a Jesús ni fueron discípulos suyos, pero inexplicablemente la omiten quienes se supone que estaban allí, eso es el apóstol Mateo y Pedro (cuyas memorias originan el texto de Marcos).                                                                
Las apariciones de Jesús en Galilea solo figuran en Mateo, Marcos y Juan, pero fueron situadas, respectivamente, en escenas y comportamientos absolutamente diversos que acontecieron en lo alto de una montaña, alrededor de una mesa y pescando en el lago Tiberíades (¡¿ ?!).
Lucas afirmó que hubo apariciones durante cuarenta días o un día, según qué texto suyo se lea, y su maestro Pablo perdió toda mesura y compostura en su texto de I Cor 15,3-8, donde se cita a Jesús presentándose tanto a discípulos solos como a grupos de «quinientos hermanos». Por último, sólo en Marcos y en Lucas —que no fueron escritos por apóstoles— se dice que Jesús fue «levantado a los cielos», aunque, lógicamente, también se presentó el hecho en circunstancias sustancialmente distintas.

Dado que el más elemental sentido común impide creer que un evangelista hubiese dejado de enumerar ni una sola de las apariciones de Jesús resucitado, los vacíos y contradicciones tremendas que se observan sólo pueden deberse a que esos relatos fueron una pura invención destinada a servir de base al antiguo mito pagano del joven dios solar expiatorio que resucita después de su muerte, una leyenda que, como ya mostramos, se aplicó a Jesús sin rubor alguno.
Puestos a observar incongruencias, también aparecen ciertas dudas razonables cuando calculamos el tiempo que permaneció muerto Jesús. Si, tal como testifican los evangelistas, Jesús fue depositado en su sepulcro a finales de la tarde de un viernes —o de la noche, pues en Lc 23,54 se dice que «estaba para comenzar el sábado»— y el domingo «ya para amanecer» (Mt 28,1) Jesús había desaparecido del «monumento» debido a su resurrección en algún momento concreto que se desconoce, resulta que el nazareno no estuvo en su tumba más que unas seis horas, como máximo, el viernes, todo el sábado y otras seis horas o menos el domingo; eso hace un total de unas treinta y seis horas, un tiempo récord que es justo la mitad de las horas que debería haber pasado muerto para poder cumplirse adecuadamente la profecía que el propio Jesús había hecho a sus apóstoles al decirles que «El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres y le darán muerte, y muerto, resucitará al cabo de tres días» (Mc 9,31).       
  Por si algún cristiano piadoso quisiere defenderse como gato panza arriba argumentando que viernes, sábado y domingo, aunque no fueran completos, ya son los «tres días» profetizados, será obligatorio recordar la respuesta que dio Jesús en Mt 12,38-40: «Entonces le interpelaron algunos escribas y fariseos, y le dijeron: Maestro, quisiéramos ver una señal tuya. Él, respondiendo, les dijo: La generación mala y adúltera busca una señal, pero no le será dada más señal que la de Jonás el profeta. Porque, como estuvo Jonás en el vientre del cetáceo tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre tres días y tres noches en el corazón de la tierra.» Es evidente, pues, que el tiempo de permanencia en el sepulcro, antes de resucitar, debía ser de tres días completos con sus respectivas noches.
Jesús, por tanto, no resucitó a los tres días de muerto sino al cabo de un día y medio, con lo que no pudo validarse a sí mismo mediante la «señal de Jonás», puesto que incumplió su reiterada promesa por exceso de rapidez. Aunque, en cualquier caso, dejó constancia de su gloria y poder al vencer en su propio mito a su oponente el dios Mitra, que ése sí tuvo que pasarse tres días enteros dentro de su tumba antes de poder resucitar.
En el caso de que la resurrección de Jesús hubiese sido un hecho cierto, cosa que este autor no tiene el menor interés en negar por principio, resulta absolutamente evidente que tal prodigio no aparece acreditado en ninguna parte de las Sagradas Escrituras; cosa bien lamentable, por otra parte, ya que no se aborda esta cuestión —ni nada que se le relacione, aunque sea remotamente— en ningún otro documento contemporáneo ajeno a los citados.






LinkWithin