Bienvenidos una vez más al momento cultural del blog (dónde tratamos de mostrar que no somos tan garras, tan guaches, tan poco cultos como el Juan).
Hoy vamos a hablar de la generación decapitada y el modernismo.
Modernismo:
Sueños y ensueños: Los modernistas se distanciaron de su realidad y soñaron con mundos paradisíacos. |
El modernismo fue una corriente hispanoamericana cuyo tiempo se extendió entre 1880 a 1910. Fue una corriente que se propagó con celeridad por América, desde México a Argentina hallando mucha aceptación en los países. Cada uno de esos países tuvo poetas que pudieron con esta corriente expresar sus propios valores. No se puede precisar si hubo una promoción de valores o una espontánea refinación en la sensibilidad del tacto literario de tales autores, o si la atmósfera del nuevo movimiento comunicó esas características a la mayor parte de ellos, pero lo que sí se puede afirmar que el modernismo es una corriente con una alta condición estética.
el Parnasianismo retoma la temática griega y latina, pero buscaba convertir el arte en un método científico |
El modernismo es una síntesis del Parnasianismo (movimiento literario francés de la segunda mitad del siglo XIX creado como reacción al romanticismo y el subjetivismo, presenta su afición por la mitología greco-latina, nórdica y oriental, y el gusto por lo plástico, despierta el gusto de lo puramente estético y decorativo) y el Simbolismo (movimiento artístico francés de finales del siglo XIX, en la poesía es un estilo que busca vestir la idea de una forma sensible, utiliza el lenguaje como medio cognoscitivo, se halla impregnado de misterio y misticismo, su estilo se esfuerza por buscar una musicalidad perfecta en sus rimas dejando en un segundo plano la belleza del verso, El Simbolismo pretende descubrir la realidad escondida de las cosas, los símbolos, y la correspondencia que existe entre éstos y nuestras sensaciones).
El simbolismo era el enemigo de la enseñanza, la declamación, la falsa sensibilidad y la descripción objetiva |
El modernismo se había designado a cierta corriente artística de renovación religiosa de finales del siglo XIX, con rasgos que mostraban un marcado inconformismo y esfuerzos de renovación opuestos a las tendencias vigentes de la época (el realismo). En su origen, el nombre "modernista" era utilizado como un despectivo a las personas que traían novedades.
Pero en 1890 un poeta nicaragüense llamado Rubén Darío considerado el más grande exponente del modernismo, asume con orgullo tal denominación, y empieza una corriente literaria que considera ciertas características:
- los modernistas nos sienten preferencia por temas burgueses y cotidianos de los realistas, sino que prefieren los temas aristocráticos: palacios elegantes, jardines exóticos, princesas distinguidas. todo esto rodeado de esplendor:
El olímpico cisne de nieve
con el ágata rosa del pico
lustra el ala eucarística y breve
que abre al sol como un casto abanico.
Rubén Darío
- los modernistas son muy patrióticos y esperan que su país resurja con gloria, evocan su pasado histórico con leyendas y héroes o personajes famosos.
- prefieren la intimidad del poeta, manifestando los sentimientos más profundos de melancolía, tristeza y nostalgia.
- El color azul y el cisne se destacan como favoritos de los modernistas. El azul simboliza la libertad y el cisne representa la actitud aristocratizante.
- Búsqueda de la perfección formal .
- Búsqueda de la belleza ideal.
- Utilizan la mitología y el sensualismo.
- Renovación léxica que persiguieron (uso de helenismos, cultismos y galicismos) no buscando tanto la precisión, como el prestigio o la rareza del vocablo.
- Individualismo.
- El uso de símbolos que eran inspirados en la naturaleza, como por ejemplo: los atardeceres, las mariposas, los cisnes, etc.
- Deseo de innovar y llegar a perfeccionarse. (acercarse a la Literatura europea).
- Adaptan la métrica castellana, a la latina.
- Rubén Darío
- Manuel González Prada
- José Martí
- Amado Nervo
- Aurora Cáceres
- José Asunción Silva
- Tomás Morales
- Manuel Gutiérrez Nájera
- Salvador Díaz Mirón
- Luis Gonzaga Urbina
- Manuel Machado
- Juan Ramón Jiménez
- Antonio Machado
La generación decapitada
El modernismo llegó a Ecuador también, se tuvo 4 grandes exponentes del movimiento, que quizá no se apreciaron mucho en su época porque ellos nacieron cuando estaba en apogeo el modernismo y sus primeros versos los escribieron cuando ya estaba en su ocaso.
Los cuatro poetas fueron dos guayaquileños: Medardo Ángel Silva y Ernesto Noboa y Caamaño y dos quiteños: Arturo Borja y Humberto Fierro. Su influencia tuvo que ver tanto con el modernismo de Rubén Darío y la poesía simbolista francesa del siglo XIX, tuvieron influencia de poetas como: Victor Hugo, Samain, Verlaine, Baudelaire, Mallarmé, Laforgue.
Dos de ellos, Arturo Borja y Ernesto Noboa Caamaño, viajaron a Europa y asimilaron de manera directa las tendencias de esos autores.
al parecer los 4 poetas se suicidaron |
El término "decapitada" se debe a que todos ellos murieron jóvenes: Noboa a los 38, Fierro a los 39, Borja a los 20 y Silva a los 21. Y porque la muerte de los cuatro fue por su propia mano.
Lo curioso de tal grupo fue que ellos nunca crearon tal agrupación literaria, se conocieron en vida e incluso se dedicaron poemas pero no más.
A mediados del siglo XX unos periodistas leyeron sus obras y se dieron cuenta de que su estilo era muy similar, el escritor Raúl Andrade los bautizó como la "Generación Decapitada" por su profunda identificación con "los poetas malditos" Baudelaire y Verlaine.
Los poetas malditos (del francés Les Poètes maudits) es un libro de ensayos del poeta francés Paul Verlaine publicado por primera vez en 1884, y luego en una versión aumentada y definitiva en 1888. |
Andrade la llamó Generación Decapitada "aludiendo simbólicamente el hecho criminal de su autovictimación consciente a través de las lecturas exóticas, la bohemia y los estupefacientes que les fue pasión caracterizante en la corta existencia que llevaron" (Rodrigo Pesantez Rodas.- Literatura Ecuatoriana, pág. 25).
En algunos casos no se puede verificar que su muerte fue de mano propia, en otros como el caso de Medardo Ángel Silva, hay varias versiones que hablan de su muerte, a los 21 años murió por un disparo en la cabeza por amor a su novia que lo había dejado, por lo que se cree que fue un suicidio.
Muchos de los poemas de Medardo Ángel Silva de su libro El árbol del bien y del mal pueden ser escuchados en la música del cantante Julio Jaramillo, como por ejemplo el poema El alma en los labios, que fue escrito por Silva días antes de su muerte. Dejando así en claro su estilo de poesía depresiva, melancólica, llena de versos de amor extremis llamando tal vez sin querer a la muerte en forma de musa inspiradora.
Arturo Borja poseía una legítima naturaleza de escritor, explícita en tres o cuatro de sus poemas, pero no alcanzó la madurez que debía.
Humberto Fierro seleccionaba trabajosamente sus versos, de manera que brillan en ocasiones, pero en otras muestran sus forzados artificios y rigidez.
Medardo Ángel Silva fue quien mejor llegó a la sensibilidad popular, el más ambicioso de todos, hizo poemas admirables, pero a menudo cayó también en la creación mediocre quizá por prisa y por su juventud.
Ernesto Noboa Caamaño poseyó una gran técnica del verso, fue el más homogéneo y el que mejor se adaptó al modernismo hispanoamericano, y es quizá uno de los poetas líricos más notables del Ecuador.
Veamos algo de su trabajo:
(A VÍCTOR M. LONDOÑO)
El viejo campanario
toca para el rosario,
Las viejecitas una a una
van desfilando hacia el santuario
y se diría un milenario
coro de brujas, a la luna.
Es el último día
del mes de María.
Mayo en el huerto y en el cielo:
el cielo, rosas como estrellas;
el huerto, estrellas como rosas...
Hay un perfume de consuelo
flotando por todas las cosas.
Virgen María, ¿son tus huellas?
Hay santa paz y santa calma...
sale a los labios la canción...
El alma
dice, sin voz, una oración.
Canción de amor,
oración mía,
pálida flor
de poesía.
Hora de luna y de misterio,
hora de santa bendición,
hora en que deja el cautiverio
para cantar, el corazón.
Hora de luna, hora de unción,
hora de luna y de canción.
La luna
es una
llaga blanca y divina
en el corazón hondo de la noche.
¡Oh luna diamantina,
cúbreme! ¡Haz un derroche
de lívida blancura
en mi doliente noche!
¡Llégate hasta mi cruz, pon un poco de albura
en mi corazón, llaga divina de locura!
[...]
El viejo campanario
que tocaba al rosario
se ha callado. El santuario
se queda solitario.
PARA MÍ TU RECUERDO
Para mí tu recuerdo es hoy como la sombra
del fantasma a quien dimos el nombre de adorada...
Yo fui bueno contigo. Tu desdén no me asombra,
pues no me debes nada, ni te reprocho nada.
Yo fui bueno contigo como una flor. Un día
del jardín en que solo soñaba me arrancaste;
te di todo el perfume de mi melancolía,
y como quien no hiciera ningún mal me dejaste...
No te reprocho nada, o a lo más mi tristeza,
esta tristeza enorme que me quita la vida,
que me asemeja un pobre moribundo que reza
a la Virgen pidiéndole que le cure la herida.
MADRE LOCURA
¡Madre Locura! Quiero ponerme tus caretas.
Quiero en tus cascabeles beber la incoherencia,
y al son de las sonajas y de las panderetas
frivolizar la vida con divina inconsciencia.
¡Madre Locura! Dame la sardónica gracia
de las peroraciones y las palabras rotas.
Tus hijos pertenecen a la alta aristocracia
de la risa que llora, danzando alegres jotas.
Sólo amargura traje del país de Citeres...
Sé que la vida es dura, y sé que los placeres
son libélulas vanas, son bostezos, son tedio...
Y por esto, Locura, yo anhelo tu remedio,
que disipa tristezas, borra melancolías,
y puebla los espíritus de olvido y alegrías...
ROSA LÍRICA
Para Laurita Sánchez
Prende sobre tu seno esta rosada rosa,
ebria de brisa y ebria de caricia de sol,
para que su alma entera se deshoje amorosa
sobre la roja y virgen flor de tu corazón.
Tu hermana Primavera cante un aria gloriosa
ensalzando tus quince años en flor;
y las Hadas, en coro, celebren la armoniosa
gracia de tu mirada de luz y de fulgor.
Que el Ideal te guíe por todos sus caminos,
él, a su vez, guiado por tus ojos divinos
y que anide por siempre en tu alma el amor,
para que sea tu vida bella como la rosa
rosada y perfumada que se muere amorosa
sobre la roja y virgen flor de tu corazón.
A MISTERIA
¡Oh, cómo te miraban las tinieblas,
cuando ciñendo el nudo de tu abrazo
a mi garganta, mientras yo espoleaba
el formidable ijar de aquel caballo,
cruzábamos la selva temblorosa
llevando nuestro horror bajo los astros!
Era una selva larga, toda negra:
la selva dolorosa cuyos gajos
echaban sangre al golpe de las hachas,
como los miembros de un molusco extraño.
Era una selva larga, toda triste,
y en sus sombras reinaba nuestro espanto.
El espumante potro galopaba
mojando de sudores su cansancio,
y ya hacía mil años que corría
por aquel bosque lúgubre. Mil años!
Y aquel bosque era largo, largo y triste,
y en sus sombras reinaba nuestro espanto.
Y era tu abrazo como un nudo de horca,
y eran glaciales témpanos tus labios,
y eran agrios alambres mis tendones,
y eran zarpas retráctiles mis manos,
y era el enorme potro un viento negro
furioso en su carrera de mil años.
Caímos a un abismo tan profundo
que allí no había Dios: montes lejanos
levantaban sus cúspides, casqueadas
de nieve bajo el brillo de los astros,
(el poema ha quedado para siempre inconcluso).
Para que sepas, Clori, los dolores
Que tus ojos divinos me han causado,
Dejo escrito en el álamo agobiado
del valle de las fuentes y las flores.
Ni en las églogas tienen los pastores
Una amada que más hayan soñado,
Ni Paolo a Francesca ha contemplado
Bajo lunas más nítidas de amores.
Y así fuera en tu espíritu querido
La Pluvia que Dánae recibiere,
O muriendo como Atys en olvido.
O triste como Sísifo estuviere,
Te diré con mis versos al oído
El Amor es un Dios que nunca muere.
EL FAUNO
Canta el jilguero. Pasó la racha.
Entre los mirtos resuena el hacha.
La rosa mustia se inclina loca
Sobre su fuente, cristal de roca.
El fauno triste de alma rubia
Tiene en sus ojos gotas de lluvia.
NAVEGANDO
Son las tardes de zafiro
que idealiza el plenilunio,
¡hermosas tardes de junio
de hálito como un suspiro!
Tan azules que en las sumas
claridades de los cielos,
son los montes terciopelos
suspendidos en las brumas.
Y el Poniente, todo brillo,
se desangra en amapolas,
propicio a las barcarolas
como un otoño amarillo...
Pensativo en mis ayeres
muchas veces, como antes,
he buscado esos instantes
en la barca de Citeres.
Mas de esa época florida
sólo quedó la tristeza
que deshoja la Belleza
en la copa de mi vida.
TU CABELLERA
Tu cabellera tiene más años que mi pena,
¡pero sus ondas negras aún no han hecho espuma...!
Y tu mirada es buena para quitar la bruma
y tu palabra es música que el corazón serena.
Tu mano fina y larga de Belkis, me enajena
como un libro de versos de una elegancia suma;
la magia de tu nombre como una flor perfuma
y tu brazo es un brazo de lira o de sirena.
Tienes una apacible blancura de camelia,
ese color tan tuyo que me recuerda a Ofelia
la princesa romántica en el poema inglés;
¡y un corazón del oro... de la melancolía!
La mano del bohemio permite, amiga mía,
que arroje algunas flores humildes a tus pies.
La luna vertía
Su color de lágrima.
Por una avenida
De espesas acacias,
Llegaba a la orilla
Del agua estancada
La desconocida
Pareja que hablaba
De días pasados.
Una historia maga
De citas y besos,
Una historia clara
De alegres sonrisas.
Los cisnes soñaban...
La luna vertía
Su color de lágrima.
Hasta la avenida
De espesas acacias,
Llegaba otra noche
La voz apagada
De otra pareja.
El interrogaba,
Ella respondía...
Era una lejana
Historia de amores
Ya casi borrada,
Una historia turbia
Que tenía clara
La angustia presente,
El interrogaba...
La luna vertía
Su color de lágrima.
Otra vez de luna
La avenida blanca
Estaba desierta.
No turbaba nada
El tedio infinito.
Ni la historia maga
De citas y besos,
Ni aquella lejana
Historia de amores
Ya casi borrada.
Estaba desierta
La avenida blanca.
La luna vertía
Su color de lágrima.
EMOCIÓN VESPERAL
(A MANUEL ARTETA, COMO A UN HERMANO)
Hay tardes en las que uno desearía
embarcarse y partir sin rumbo cierto,
y, silenciosamente, de algún puerto,
irse alejando mientras muere el día;
Emprender una larga travesía
y perderse después en un desierto
y misterioso mar, no descubierto
por ningún navegante todavía.
Aunque uno sepa que hasta los remotos
confines de los piélagos ignotos
le seguirá el cortejo de sus penas,
Y que, al desvanecerse el espejismo,
desde las glaucas ondas del abismo
le tentarán las últimas sirenas.
PARA LA ANGUSTIA DE LAS HORAS
A MI MADRE
Para calmar las horas graves
del calvario del corazón
tengo tus tristes manos suaves
que se posan como dos aves
sobre la cruz de mi aflicción.
Para aliviar las horas tristes
de mi callada soledad
me basta… saber que tú existes!
y me acompañas y me asistes
y me infundes serenidad.
Cuando el áspid del hastío me roe,
tengo unos libros que son en
las horas cruentas mirra, aloe,
de mi alma débil el sostén:
Heme, Samain, Laforgue, Poe,
y sobre todo, mi Verlaine .
Y así mi vida se desliza
—sin objeto ni orientación—
doliente, callada, sumisa,
con una triste resignación,
entre un suspiro, una sonrisa,
alguna ternura imprecisa
y algún verdadero dolor...
ARIA DEL OLVIDO
Mi corazón es como un cementerio
que pueblan las cruces de lo que he perdido...
¡lo que no ha sepultado el Misterio,
va teniendo que hacerlo el Olvido!
Fraternal cariño que hoy se pudre inerte,
ternuras lejanas, pasión extinguida;
a los unos, los segó la Muerte,
a los otros... los mató la Vida.
¡La vida que ofrece tenaz y alevosa
la miel en el fresco labio sonriente;
la muerte que llega, dulce y cautelosa,
con su paso humilde de reina haraposa
a darnos su beso de paz en la frente!
¡Ya todos sois idos, todos estáis yertos,
rostros bondadosos, labios compasivos;
llevadme vosotros, corazones muertos,
que me despedazan corazones vivos!
Mi alma está poblada, como un cementerio,
con las negras cruces de lo que he perdido;
¡lo que no ha sepultado el Misterio
va enterrando, piadoso, el Olvido!
DE AQUEL AMOR LEJANO
Ibas sobre la nave como una
sentimental princesa desterrada
que lamentase, triste y olvidada,
la volubilidad de la fortuna.
Con nostalgia de amor en la mirada
y palores cromáticos de luna,
pasabas largas horas en alguna
divagación romántica y alada.
Y a la luz del crepúsculo en derrota,
evocabas quizá la primavera
de nuestro amor ¡tan dulce y tan remota!
Y tu recuerdo ¡oh pálida viajera!
Se perdió, con la última gaviota
que llegó sollozando a mi ribera...
NOSTALGIA
Ante la ciudad dormida
bajo la luna sedeña,
mi pobre alma dolorida
olvida
y sueña.
Un astro me está llamando
con su trémula mirada,
y el alma está contemplando
extasiada
y sollozando
su llamada.
Y sueña ante los reflejos
del rubio astro vagabundo:
¡partir al fin!... ¡lejos, lejos
de este mundo!
Olvidado de amarguras
y terrenales ternuras,
ya no sentir ni pensar,
¡tener dos alas oscuras...
y volar!
Ante la ciudad dormida
bajo la luna sedeña,
¡oh, pobre alma dolorida,
sueña, sueña,
olvida, olvida...!
CANCIÓN DE LOS QUINCE AÑOS
Son los quince abriles como quince rosas
con rocíos claros de maga alegría.
¡Corazón que tiene, cual las mariposas
alas de azul y oro de la fantasía!
Cada frase tiene la gracia de un verso;
olor a jazmines el cabello efluvia,
compendian ese fragante universo
las flores, el ave, la muñeca rubia...
Son los quince abriles como quince rosas
divinas, robadas a un albo bouquet;
tener un anhelo de imposibles cosas
y ruborizarse sin saber por qué...
EPÍSTOLA
Al espíritu de Arturo Borja.
Hermano, que a la diestra del padre Verlaine moras
y por siglos contemplas las eternas auroras
y la gloria del Paracleto,
un mensaje doliente mi cítara te envía,
en el cuello de nieve de la alondra del día,
cuyo pico humedecen las mieles del Himeto.
Ya no se oye la voz de la siringa agreste,
ni el vuelo de palomas rasga el vuelo celeste,
ni el traficante escucha la flauta del Panida;
los augures predicen la extinción de la raza:
Sagitario hacia el Cisne con su flecha amenaza;
pronto será la estirpe del Arcade extinguida.
Sobre el mar, del que un día olímpico deseo
hizo surgir, como una perla rosa,
el cuerpo de Afrodita victoriosa,
hoy, sólo de Mercurio se ha visto el caduceo.
Los sacerdotes jóvenes del melodioso rito
que han consultado el áureo libro de lo Infinito
y escuchado la música de las constelaciones,
recibieron los dardos de arqueros mercenarios;
y los viejos cruzados se yerguen solitarios
en el azul, lo mismo que mudos torreones.
Tú, que ves la increada luz del alba que ciega,
tú que probaste el agua de la Hipocrene griega,
ruega al Supremo Numen por la estirpe de Pan,
Mientras Zoilo sonríe, en la sombra conspira.
Tal la postrera fase que solloza la Lira,
Nuestros dioses se van. Nuestros dioses se van.
A FLOR DE LABIOS
Mi musa: toda ingenua, por ser joven,
se yergue melodiosa sobre un plinto.
Gusta de los jazmines que la arroben
y de los novilunios de jacintos.
Tiene los cisnes del ensueño,
bienes azules de los cielos y las nubes;
un jardín otoñal para Jiménez,
y para Nervo un coro de querubes.
Y ama el éxtasis: palmas y martirios,
las letanías, el celeste coro;
tiene para María blancos lirios,
y para Pedro, ¡las trompetas de oro!
EL ALMA EN LOS LABIOS
Para mi amada
Cuando de nuestro amor la llama apasionada,
dentro de tu pecho amante contemples extinguida,
ya que sólo por ti la vida me es amada,
el día en que me faltes me arrancaré la vida.
Porque mi pensamiento lleno de este cariño,
que en una hora feliz me hiciera esclavo tuyo,
lejos de tus pupilas es triste como un niño,
que se duerme soñando en tu acento de arrullo.
Para envolverte en besos quisiera ser el viento,
y quisiera ser todo lo que tu mano toca;
ser tu sonrisa, ser hasta tu mismo aliento,
para poder estar más cerca de tu boca.
Vivo de tu palabra y eternamente espero,
llamarte mía como quien espera un tesoro.
Lejos de ti comprendo lo mucho que te quiero,
y besando tus cartas ingenuamente lloro.
Perdona que no tenga palabras con que pueda,
decirte la inefable pasión que me devora;
para expresar mi amor solamente me queda,
rasgarme el pecho, Amada, y en tus manos de seda,
¡dejar mi palpitante corazón que te adora!
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