Saludos, una vez más me robo un jueves cultural y un minuto de su tiempo para compartirles algo interesante:
Edgar Allan Poe es (o fue) uno de los escritores que mejor escribe relatos cortos. Y un escritor que volvió a tomar los hilos de la novela gótica y cuentos de terror. Sus historias tienen mucho suspenso y hay que seguir las pistas a los eventos para entenderlos. Recomiendo sus cuentos : El Pozo y el Péndulo, El gato negro, Los crímenes de la calle Morgue, El escarabajo de Oro, El corazón delator, El rey peste, La máscara de la muerte roja, y bueno pues cualquier otro que halles de Poe porque no he leído toda su obra.
Pero este post no va dedicado a sus cuentos o bueno de alguna manera sí. Sino a un poema que este genio escribió allá por los años 1840´s. Este poema es EL CUERVO y es un poema que conjuga el relato con el miedo en forma de poesía. Algunos datos importantes antes de entrar en el poema:
El Cuervo fue publicado en 1845 el diario de New York Evening Mirror. Es el poema más famoso de Poe, nos relata la visita de un cuervo que puede hablar a la casa de un hombre afligido por la pérdida de su amada Leonora, que lo lleva a la locura ya que lo único que dice el cuervo es: nunca más. Este poema tiene una estructura muy lógica en la serie de eventos, un bello lenguaje y sobre todo te lleva a un ambiente sobrecogedor y tétrico.
Resumen (o algo parecido)
El Cuervo es un poema que juega con los sentimientos más profundos de la persona, pero en especial la aflicción tras la muerte de un ser querido. Así el relato empieza con un hombre perdido es sus pensamientos, sólo en su cuarto reflexionando, que es interrumpido por el sonar de su puerta. Al abrirla se halla con la oscuridad, en la cual esperaba que de alguna manera oyese la voz de su muerta amada Leonora. Luego se oye golpear la ventana y al abrirla entra un cuervo y se posa sobre el busto de la diosa Palas, en el dintel de la puerta.
El hombre empieza a burlarse del cuervo y se lleva un gran susto al ver que el ave sabe hablar y le dice: nunca más. Aunque en poco tiempo recobra la compostura al entender que seguramente este cuervo fue entrenado para hablar por alguna otra persona. El hombre empieza a hablar sólo y el cuervo le sigue diciendo: nunca más. El hombre se sienta mirando al cuervo y empieza a tratar de pensar entre fantasías qué quiere decir el ave con nunca más. Sus pensamientos lo llevan a pensar el Leonora a quien ya no verá nunca más.
Tanto se mete en sus cavilaciones el hombre que empieza a perder un poco el sentido de lo real, empieza a sentir un ambiente sobrenatural y comienza a creer que el cuervo es un ser enviado por un ser divino. Primero piensa que fue enviado por el demonio, pregunta al ave si es un enviado del caído pero el cuervo le dice: nunca más. Entonces el hombre prueba a ver si el ave tal vez fue enviada por Dios y le pregunta si acaso en el Edén está su amada, pero el ave dice: nunca más.
En ese momento pierde la cabeza y se enfada pues el ave no le da más indicios, reta al cuervo y le ordena que abandone el dintel de su puerta y se vaya, pero el cuervo dijo: nunca más. Finalmente el relato acaba con el cuervo que nunca abandona el busto de Palas y tortura con su mirada a aquel hombre vuelto loco ya por aquel cuervo.
(Esta es mi opinión, puede estar muy pero muy equivocada, pero es lo que entiendo, tampoco soy un erudito)
Para empezar este poema te puede remover los sentimientos si lo lees con total concentración, la forma en que te dibuja en cada verso las escenas te pone directamente en los eventos que relata, así que con una buena imaginación estarás en seguida en un cuarto con un hombre solitario, a media noche y en medio de luz tenue.
Bien, para empezar el poema me lleva a pensar en una forma de expresar el dolor que se siente cuando pierdes a un amor tras una muerte y la soledad que conlleva tal situación. La soledad que abarca al personaje que lo lleva a pensar en su Leonora todo el tiempo, es la razón por la que yo pienso aparece el cuervo, porque para mí el ave es el mensajero del subconsciente de ese hombre que quiere indicarle la realidad. Pues él lleva tiempo adormilado y embebido en sus melancolías y pensamientos de poder volverla a ver, sin embargo dentro de él su cerebro y su raciocinio lo llevan a concluir algo que es desalentador: ella esta muerta y no la verá nunca más.
Aunque claro al principio él no se da cuenta, el cuervo de a poco lo lleva a entender o ver lo que él no quiere ver, para mí ese es el nunca más, la respuesta a la pregunta que él no quiere saber, que su amante murió y no estará con él ni en el cielo ni en el infierno ni en ningún lugar, no estará con él nunca más.
Poco a poco la verdad abruma al hombre y no puede manejarla, por eso quiere que el cuervo se vaya pero no será así porque dentro de él sabe que la lógica tras la muerte será la desaparición total (supongo eso porque el personaje es un tipo estudioso con muchos libros, en fin). Y el cuervo se queda ahí para siempre con él, porque ya descubrió que su soledad persistirá mientras no acepte que ella se fue, pero al no quererla aceptar, él cae en la locura.
En especial me sobrecoge el verso que dice: "Deja mi soledad intacta. Abandona el busto del dintel de mi puerta. Aparta tu pico de mi corazón y tu figura del dintel de mi puerta. Y el Cuervo dijo: “Nunca más.” Ahí entendí que el cuervo salió de él mismo para tratar de llevarlo a la aceptación de la muerte y que salga de su ese penar, para que deje su soledad, pero él al negarse cayó enfermo de su mente.
Es macabro, después de leer el poema te quedas desnudo, ante los sentimientos más profundos cómo la soledad y la aflicción y de ver cómo ellos te llevan a morir en vida si no los manejas.
Otra cosa que también quiero recalcar es el terror de la obra y de las obras de Poe. Muchos piensan que el terror está en las escenas explícitas de sus escrituras, en sus escenarios, los elementos sobrenaturales. Pero en realidad eso sólo es el área de trabajo, el verdadero terror lo hallas cuando entiendes las consecuencias que los elementos horribles del texto causan. El verdadero foco de horror es la situación, el terror u horror en El Cuervo no es el ave, ni la tormenta, ni la pérdida de un amor tras la muerte, sino el miedo de la humanidad a la soledad y a lo desconocido.
NUNCA MÁS es la cruda realidad de la humanidad al encontrar la verdad a través de la razón. Horrorizada por la idea del esfuerzo inútil de los humanos para alcanzar algo más allá de la muerte. Esto lleva a la tristeza al darnos cuenta de lo pequeño que puede ser un humano ante la muerte y de una realidad espiritual y de la incapacidad de poder amar tras la muerte.
Sin más que decir los dejo con EL CUERVO.
EL CUERVO
Una vez, al filo de una lúgubre media noche,
mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido,
inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia,
cabeceando, casi dormido,
oyóse de súbito un leve golpe,
como si suavemente tocaran,
tocaran a la puerta de mi cuarto.
“Es —dije musitando— un visitante
tocando quedo a la puerta de mi cuarto.
Eso es todo, y nada más.”
¡Ah! aquel lúcido recuerdo
de un gélido diciembre;
espectros de brasas moribundas
reflejadas en el suelo;
angustia del deseo del nuevo día;
en vano encareciendo a mis libros
dieran tregua a mi dolor.
Dolor por la pérdida de Leonora, la única,
virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada.
Aquí ya sin nombre, para siempre.
Y el crujir triste, vago, escalofriante
de la seda de las cortinas rojas
llenábame de fantásticos terrores
jamás antes sentidos. Y ahora aquí, en pie,
acallando el latido de mi corazón,
vuelvo a repetir:
“Es un visitante a la puerta de mi cuarto
queriendo entrar. Algún visitante
que a deshora a mi cuarto quiere entrar.
Eso es todo, y nada más.”
Ahora, mi ánimo cobraba bríos,
y ya sin titubeos:
“Señor —dije— o señora, en verdad vuestro perdón
imploro,
mas el caso es que, adormilado
cuando vinisteis a tocar quedamente,
tan quedo vinisteis a llamar,
a llamar a la puerta de mi cuarto,
que apenas pude creer que os oía.”
Y entonces abrí de par en par la puerta:
Oscuridad, y nada más.
Escrutando hondo en aquella negrura
permanecí largo rato, atónito, temeroso,
dudando, soñando sueños que ningún mortal
se haya atrevido jamás a soñar.
Mas en el silencio insondable la quietud callaba,
y la única palabra ahí proferida
era el balbuceo de un nombre: “¿Leonora?”
Lo pronuncié en un susurro, y el eco
lo devolvió en un murmullo: “¡Leonora!”
Apenas esto fue, y nada más.
Vuelto a mi cuarto, mi alma toda,
toda mi alma abrasándose dentro de mí,
no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza.
“Ciertamente —me dije—, ciertamente
algo sucede en la reja de mi ventana.
Dejad, pues, que vea lo que sucede allí,
y así penetrar pueda en el misterio.
Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio,
y así penetrar pueda en el misterio.”
¡Es el viento, y nada más!
De un golpe abrí la puerta,
y con suave batir de alas, entró
un majestuoso cuervo
de los santos días idos.
Sin asomos de reverencia,
ni un instante quedo;
y con aires de gran señor o de gran dama
fue a posarse en el busto de Palas,
sobre el dintel de mi puerta.
Posado, inmóvil, y nada más.
Entonces, este pájaro de ébano
cambió mis tristes fantasías en una sonrisa
con el grave y severo decoro
del aspecto de que se revestía.
“Aun con tu cresta cercenada y mocha —le dije—,
no serás un cobarde,
hórrido cuervo vetusto y amenazador.
Evadido de la ribera nocturna.
¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”
Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado
pudiera hablar tan claramente;
aunque poco significaba su respuesta.
Poco pertinente era. Pues no podemos
sino concordar en que ningún ser humano
ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro
posado sobre el dintel de su puerta,
pájaro o bestia, posado en el busto esculpido
de Palas en el dintel de su puerta
con semejante nombre: “Nunca más.”
Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto.
las palabras pronunció, como virtiendo
su alma sólo en esas palabras.
Nada más dijo entonces;
no movió ni una pluma.
Y entonces yo me dije, apenas murmurando:
“Otros amigos se han ido antes;
mañana él también me dejará,
como me abandonaron mis esperanzas.”
Y entonces dijo el pájaro: “Nunca más.”
Sobrecogido al romper el silencio
tan idóneas palabras,
“sin duda —pensé—, sin duda lo que dice
es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido
de un amo infortunado a quien desastre impío
persiguió, acosó sin dar tregua
hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido,
hasta que las endechas de su esperanza
llevaron sólo esa carga melancólica
de ‘Nunca, nunca más’.”
Mas el Cuervo arrancó todavía
de mis tristes fantasías una sonrisa;
acerqué un mullido asiento
frente al pájaro, el busto y la puerta;
y entonces, hundiéndome en el terciopelo,
empecé a enlazar una fantasía con otra,
pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño,
lo que este torvo, desgarbado, hórrido,
flaco y ominoso pájaro de antaño
quería decir granzando: “Nunca más.”
En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra,
frente al ave cuyos ojos, como-tizones encendidos,
quemaban hasta el fondo de mi pecho.
Esto y más, sentado, adivinaba,
con la cabeza reclinada
en el aterciopelado forro del cojín
acariciado por la luz de la lámpara;
en el forro de terciopelo violeta
acariciado por la luz de la lámpara
¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más!
Entonces me pareció que el aire
se tornaba más denso, perfumado
por invisible incensario mecido por serafines
cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado.
“¡Miserable —dije—, tu Dios te ha concedido,
por estos ángeles te ha otorgado una tregua,
tregua de nepente de tus recuerdos de Leonora!
¡Apura, oh, apura este dulce nepente
y olvida a tu ausente Leonora!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”
“¡Profeta!” —exclamé—, ¡cosa diabolica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio
enviado por el Tentador, o arrojado
por la tempestad a este refugio desolado e impávido,
a esta desértica tierra encantada,
a este hogar hechizado por el horror!
Profeta, dime, en verdad te lo imploro,
¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad?
¡Dime, dime, te imploro!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”
“¡Profeta! —exclamé—, ¡cosa diabólica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio!
¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas,
ese Dios que adoramos tú y yo,
dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén
tendrá en sus brazos a una santa doncella
llamada por los ángeles Leonora,
tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen
llamada por los ángeles Leonora!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”
“¡Sea esa palabra nuestra señal de partida
pájaro o espíritu maligno! —le grité presuntuoso.
¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica.
No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentira
que profirió tu espíritu!
Deja mi soledad intacta.
Abandona el busto del dintel de mi puerta.
Aparta tu pico de mi corazón
y tu figura del dintel de mi puerta.
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”
Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo.
Aún sigue posado, aún sigue posado
en el pálido busto de Palas.
en el dintel de la puerta de mi cuarto.
Y sus ojos tienen la apariencia
de los de un demonio que está soñando.
Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama
tiende en el suelo su sombra. Y mi alma,
del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,
no podrá liberarse. ¡Nunca más!
Edgar Allan Poe, 1845
Y de yapa esta genial adaptación de El Cuervo en Los Simpson:
DEJA MI SOLEDAD INTACTA, ABANDONA EL BUSTO DEL DINTEL DE MI PUERTA, APARTA TU PICO DE MI CORAZÓN, Y TU FIGURA DEL DINTEL DE MI PUERTA: NUNCA MÁS JUAN NUNCA MÁS